martes, 11 de septiembre de 2007

Perdón Gabo, pero Mancondo está en el Perú!

x Carlos Tovar

La historia del Sr M es digna de Macondo. Díganme si no lo es. En los 80s funda una entidad financiera que llamaremos CAE (caes en la trampa) la cual opera durante varios años en Macondo, hasta inicios de los 90s, haciendo una serie de milagros: paga intereses del 100% sobre los depósitos. ¿Cómo? Haciendo una pirámide financiera, pagando en realidad intereses con los depósitos de nuevos e incautos ahorristas.

La entidad del Sr. M llega a tener cerca de 200 mil ahorristas. Llamados y autodenominados CAEISTAS. Su historia piramidal termina cuando en 1993 el gobierno de Macondo decide intervenir CAE, a fin de proteger a más incautos. El Sr. M va preso 8 años, acusado de estafa.

Al salir de la cárcel, el 2002, el Sr. M, quien siempre sostuvo su inocencia, postula al Congreso. Quiere ser político y limpiar su nombre (eso está muy de moda en Macondo). Sueña con sacarse el congreso (en Macondo, como dice un humorista macondino, la gente no sueña con sacarse la lotería, sueña con sacarse el congreso). No sale elegido pero acumula 1.500 votos.

Durante un tiempo no se sabe más de él, pero en septiembre de este año reaparece en las noticias con otro escándalo que remece Macondo. Un noticiero macondino revela que el Sr. M había vuelto a sus andanzas. Tres años atrás, en el 2004 para ser más preciso, juntó a un grupo de cien personas a quienes convenció en invertir en un negocio. Haciendo gala de sus dotes de orador y de su buen floro, el Sr. M les dijo que era un gran asesor de inversiones, representante de dos empresas extranjeras. El negocio consistía en crear una empresa de importación y exportación. Los entusiastas inversionistas le entregaron su dinero. Lo que viene en esta historia no es sorpresa. Varios de los nuevos incautos no ven hasta el día de hoy su dinero. Vienen esperando 3 años. Ha vuelto a suceder, cayeron.

Entre todos los ingenuos, el mayor de ellos parece ser un desafortunado jubilado, quien no contento con perder 8 mil soles en CAE, en esta ocasión le entregó al Sr. M 15 mil nuevos soles. A cambio recibió letras sin valor alguno y una constancia de acciones de una compañía, huelga decir, inexistente. (Bien podríamos llamar a estos hechos: La increíble y triste historia del cándido jubilado y su agente de inversiones desalmado).

El pobre incauto tropezó dos veces con la misma piedra, pero no por amor como Julio Iglesias, sino por dinero. Su historia es digna de…¿lástima?. Tal vez no, porque uno no puede evitar preguntarse si: ¿tiene el estado de Macondo la obligación de proteger a semejante desventurado y caído del palto de estafadores como el Sr. M? La primera cosa que se me ocurre -tal vez irracional y poco compasiva- es que no: que bien merecido lo tiene por ser extremadamente cándido.

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