martes, 26 de julio de 2011

La duda de Juan el Bautista

x Carlos Tovar


El evangelio de Lucas muestra un pasaje controversial en el ministerio de Juan el Bautista (Lucas 7:18-27). Éste manda a sus discípulos a preguntarle a Jesús si era él quien habría de venir o deberían esperar a otro. La hipótesis comúnmente aceptada sobre este pasaje es que Juan tuvo un momento de duda sobre la identidad mesiánica de Jesús (llamémosla hipótesis de la duda de Juan), sin embargo, existe otra hipótesis que niega la duda de Juan y señala que la intención de Juan era, más bien, que sus discípulos, no él, se convenzan de que Jesús era el Mesías y, así, pasaran bajo la autoridad de Jesús, en tanto Juan era consciente de que el fin de su ministerio estaba cerca (llamémosla hipótesis del traspaso de discípulos). Aunque esta segunda hipótesis no carece de lógica, hay razones para creer que la hipótesis de la duda de Juan es más consistente con lo narrado en el pasaje. Cabe indicar, además, que el traspaso de autoridad tampoco es un escenario necesariamente contrapuesto a la hipótesis de que Juan el Bautista habría dudado, como erróneamente infieren quienes sustentan la segunda hipótesis. A continuación se expondré brevemente las razones que sustentan estas afirmaciones.

En primer lugar hay que considerar el contexto en que trascurrieron los hechos narrados en el referido pasaje de Lucas. Juan el Bautista se encontraba preso e impedido de ejercer su ministerio y consciente, con toda seguridad, de que los últimos días de su ministerio estaban cerca. El desaliento debía haber cundido entre los discípulos de Juan el Bautista, no sólo viendo a su líder preso, sino que enfrentaban la impaciencia de no ver la obra del mesías.

El pasaje de Lucas no dice nada sobre el ánimo de Juan el Bautista, pero es perfectamente posible suponer que, estando preso y no viendo aún la obra mesiánica de Jesús, debía sentirse desalentado e impaciente, y que, por lo tanto, necesitaba alguna confirmación al respecto. Existen, sin embargo, algunas objeciones a esta posibilidad. ¿Cómo es posible que un profeta de la talla de Juan el Bautista, el mayor de los profetas, según el propio Jesús, haya visto flaquear su fe? ¿Cómo es posible que aquél que en un momento anunciaba el camino de Jesús como el Mesías y lo bautizara en las aguas del río Jordán, escuchando la voz del Padre decir «Éste es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él. ¡Escúchenlo!» (Mateo 17:5), podía ahora dudar de la identidad de Jesús?

La respuesta a ambas preguntas es que no existe ningún pasaje o historia que indique que los grandes hombres de la Biblia estén exentos de caer, bajo ciertas circunstancias, en la duda. Los apóstoles, por ejemplo, para referirnos al entorno más cercano de Jesús, tras haber andado tres años con Jesús, viéndolo resucitar muertos, sanar enfermos, multiplicar los peces, fueron presa del temor y la duda la noche que apresaron a Jesús. Todos, sin excepción, lo abandonaron. Si bien podemos alegar que Pablo, aun estando encarcelado y habiendo sido torturado, tuvo una fe férrea en Jesús, esta conducta demuestra sólo que se puede tener una fe inquebrantable, mas no demuestra, al menos no se puede inferir lógicamente ello, que todos sin excepción y en cualquier circunstancia puedan mostrar esa fe. Además, cabe indicar que el hecho de que Juan haya sido el más grande profeta no lo blinda de la posibilidad de, llegado determinado momento y circunstancia, enfrente dudas porque no existe, necesariamente, una relación proporcional entre el don de fe y el de profecía. En otras palabras, Juan puede haber sido el más grande profeta, pero ello no lo convierte en el hombre con más fe entre todos.

Si, por el contrario, se asumiera que Juan el Bautista no habría dudado y su única intención al mandar a sus discípulos a preguntarle a Jesús si él era el Mesías habría sido que sus discípulos se convenzan que Jesús lo era, Juan no hubiera necesitado saber cuál sería la respuesta de Jesús. Sin embargo, según el pasaje de Lucas se puede deducir que sí necesitó saberlo porque el Señor Jesús mandó a los discípulos de Juan que vayan y le cuenten a éste de todos los milagros que iba haciendo (Lucas 7:22). Jesús siempre fue consciente y tuvo en cuenta la necesidad de las personas. Con esa sensibilidad identificó la necesidad de Juan de que le confirme que él, Jesús, era el mesías. La necesidad no era sólo de los discípulos de Juan sino de Juan mismo. Hay una frase bastante significativa de parte de Jesús con respecto a todo este pasaje, en la que dice «dichoso el que no tropieza por causa mía» (Lucas 7:23). Esta frase bien podría aludir al hecho de que Juan tuvo un tropiezo en su fe en el Señor. Jesús era consciente de la desazón que podría significar perder la fe en él y dijo esta frase con el amor que lo caracterizaba.

Ahora bien, aun cuando, como he expuesto, es muy probable que, en el pasaje en discusión, Juan sí haya dudado del mesianismo de Jesús, bajo el contexto de presión y desaliento de la proximidad de la muerte y ante no saber de lo que Jesús venía haciendo, es también perfectamente probable que su intención haya sido también la de, condicionada a la respuesta de Jesús, traspasar sus discípulos al Mesías, en tanto Juan era consciente que pronto moriría. Esta preocupación es perfectamente consistente con el hecho de que un maestro, y especialmente uno de la talla de Juan el Bautista, se preocupase de la suerte que podrían correr sus discípulos cuando él ya no pueda estar al lado de ellos.

En conclusión, existen razones suficientes para pensar que Juan, debido a un momento de desaliento y pesar, necesitó una reafirmación de su fe en que Jesús era el mesías, pero, al mismo tiempo, el pasaje sirvió para transferir la autoridad de Juan sobre sus discípulos a Jesús.

viernes, 15 de julio de 2011

Simplemente Daniel F..., aunque cante a dúo

¡Me encanta esta canción de Daniel ... ! (y perdón por el post tan cortito tipo muro del face)





Daniel F a dúo: "Aún esperaba más"