jueves, 23 de diciembre de 2010

Gracias Señor, gracias hermanos



Pronto serán cuatro años desde que abrí NdE en febrero del 2007, primero en una versión tradicional de página web y luego, a partir de agosto del 2007, en versión blog. He escrito, con la limitada habilidad para eso que poseo, parte de las pocas cosas que sé y me interesan; mayormente por diversión, pero no pocas veces, también, especialmente ahora último, para los amigos o a la gente que quiero. Viendo hacia atrás lo que he escrito a lo largo de estos años es evidente que mis temas de interés han variado. Los asuntos relacionados a mi fe, por así llamarlos, han, poco a poco, copado cada vez más espacio en mis intereses. Todo ha sido un proceso.

Al poco tiempo de abrir la versión blog de NdE, en octubre de 2007 para ser más preciso, asistí por primera vez a Grace, una iglesia cristiana en Washington DC (aunque, en realidad, Grace estaba en el estado de Virginia, pero dentro del perímetro del metro de DC). Entonces, por la situación personal que estaba atravesando, yo estaba más abierto a escuchar lo que iría a predicar el pastor de turno de la iglesia a la que asistía Al, un por entonces reciente, y ahora entrañable, amigo. La verdad, sin embargo, no esperaba escuchar una prédica con tanto contenido, con tanta sabiduría y humildad que quedé impactado (a los 13 o 14 años había asistido a una iglesia cristiana de mi barrio, pero, al cabo de unos meses dejé de hacerlo y desde entonces sólo de vez en vez escuchaba la palabra, cuando mis dos hermanas, So y Si, la compartían conmigo, en su intento, de cerca de dos décadas, de acercarme a Jesús).

La prédica de aquella mañana de domingo en Grace era sobre relaciones y toda ella, absolutamente toda, tenía base bíblica. La prédica no me dejó la extraña sensación que temía de que, una vez terminado el culto, nada de lo que había escuchado se parecía a la vida real. Por el contrario, encontré un mensaje sustancial, relevante, que me servía tras haber cruzado las puertas de la iglesia. Y quise más de aquel pasto fresco que el Ps Jo, ése era el nombre del pastor líder de Grace, dio aquella mañana a las personas presentes. Y volví. Y volví otra vez más. Desde entonces, no exento de indecisiones o compromisos a medias, acepté que necesitaba de Jesús en mi vida y decidí quedarme en Grace y conocer más de Dios. Persistí.

Unos 9 meses después, y luego de vivir cinco años en los Estados Unidos, volví al Perú y pasé por una pequeña iglesia que me dio lo que en ese momento necesitaba para avanzar: aliento y, sobre todo, sana doctrina. Un año después, primero por sugerencia de Al, mi entrañable amigo cristiano de DC, quien, gracias a Dios, había sido enviado de regreso a Lima, empecé a ir Camino, una iglesia tan relevante como Grace y liderada por el Ps Ro, a quien he llegado a querer y admirar tanto como al Ps Jo. Camino era justo lo que necesitaba para avanzar y el Señor, a través de mis amigos, me había llevado ahí.

El último año en Camino ha sido para mí de mayor fruto en mi vida, porque empecé a vivir mi vida cristiana día a día, no sólo esperando el culto de fin de semana. Empecé a vivir y buscar cada día al Señor y ya no a tratar de hacer las cosas a mi modo (increíblemente, en menor medida que antes, pero persistía en ello) sino al Suyo (en este punto, seguro, algunos lectores no cristianos se estarán preguntando ¿cómo puedo saber cuál es el modo de Dios?, a lo que sólo puedo responder que se puede, si los buscas).

Durante todo este tiempo he recibido del Señor lo que necesitaba y en el momento más oportuno. El señor ha sido fiel conmigo (¡siempre lo es!) aun cuando durante los dos primeros años, pese a estar convencido y fascinado de todo el evangelio, anduve zigzagueando, con avances y retrocesos, en mi vida cristiana. Ahora miro atrás y veo que he experimentado muchos cambios, tal vez no tan evidentes para muchos, pero sí para mí porque son cosas que llevaba conmigo: pienso y siento distinto de lo pensaba o sentía antes, y mis mayores sueños, anhelos y afanes son ahora otros. Toda mi forma de ver el mundo ha dado un giro sin retorno. En realidad he vuelto a donde pertenecía (Lucas 19:10 y Juan 10:27).

Desde adolescente solía tener héroes en las ciencias, las artes y los deportes, hombres a quienes admiraba con evidente devoción, por su inteligencia y talento para hacer lo que hacían, de la manera que sólo ellos sabían hacerlo (Bobby Fischer, E. A. Poe, Hugo Pratt, Carlos Giménez, Cerati, Woody Allen, Kubrick, etc., etc., etc.). Ahora ninguno de estos héroes significa mucho para mí, siendo mis héroes, más bien, hombres de carne y hueso, pastores y maestros de las tres iglesias a las que he ido, personas con una enorme capacidad de servicio, que son héroes porque buscan hacer la voluntad de Dios, poniendo la suya a lado. Y a través de ellos he aprendido cosas de mucho más valía que aquellas que mis profesores del bachillerato o maestrías me pudieron enseñar. O de lo que yo, autodidactamente, aprendí de los libros. No he hecho mejor inversión de tiempo en mi vida para aprender que sentarme a escuchar al Ps Jo o De de Grace o al Ps Ro de Camino predicar, por mencionar sólo a personas a las que especialmente admiro y respeto, y no sólo porque haya sabiduría en ellos (que la hay, porque usan la sabiduría de Dios) sino porque tienen vocación de servir y predicar la palabra de Dios, renunciando incluso a su comodidad. Personas generosas. A ellos, y también al Ps Be de mi pequeña segunda iglesia, mis héroes de fe, les tengo enorme gratitud y por eso este post de agradecimiento, aunque no lleguen a leerlo.

Gracias, también, a mis maestros y pastores del Seminario; al Ps Da, por su inteligencia y claridad (y buen sentido del humor); al Ps He, por su unción y sencillez; al Ps Os, por su ecuanimidad y paciencia; al Ps Pe, por ser un soldado de Dios y por tener esa pasión contagiante; y al Ps Pa, por su trato directo y franqueza. Y al Ps Jo, por todo su esfuerzo para que el Seminario sea lo bueno que es. También, a mis entrañables maestros de la RED, Wi, Pe y Gi. Hombres de distintas formaciones en la vida, pero todos héroes de fe, humildes. A Ca, quien sin conocerme me convenció de ir a la RED; a quien, no lo dudo, Dios puso en mi camino aquel día que apuradamente salía de Camino rumbo a mi casa.

También, cómo no, a mis amigos y hermanos en Cristo que el Señor me ha regalado este año. A Ju, quien de la noche a la mañana se ha convertido en uno de mis mejores amigos, mi hermano en la fe, mi entrañable gordo de buen corazón, que me ha compartido tanto, quien me honra por llamarme amigo, quien quiere lo mejor para mí y quien tiene un gran sentido del humor que muchos desconocen. Y ahora, más recientemente a Ma y Lu, dos hombres de Dios cuya actitud y testimonio admiro y aprecio, y a través de quienes he visto el amor de Cristo hacia los demás y hacia mí. A todos ustedes gracias. Tengo mucho que aprender de ustedes. Y gracias también a mis compañeras y compañeros de Camino, del Seminario, de la RED o de los días de culto, porque, aunque no lo sepan, he aprendido mucho de ustedes. Y, especialmente, gracias a ti, porque tengo claramente en mi memoria tu imagen adorando al Señor durante las alabanzas; porque, sumado a las demás virtudes que en ti veo, se trasluce tu amor a Él por sobre cualquier otra cosa.

Y gracias, por sobre todo, a ti Señor, por este año que pasó, un año que no olvidaré, y por los que seguirán, en los que quiero que tú, en todo momento, seas lo primero en mi vida y estés presente en cada detalle de ella, desde el más simple hasta el más complejo. En mis pensamientos, en mis gustos, en mis decisiones y en mis actos. Mi anhelo es ser completamente dependiente de ti, completamente libre contigo.

sábado, 11 de diciembre de 2010

El peor de los inventos


No hay peor ni más inútil, insufrible, incómodo e innecesario invento humano que la corbata. Si tuviera que elegir un año para eliminarlo de la historia de la humanidad ése sería el año 1660, cuando, supuestamente, los soldados croatas empezaron a usarla y que, por esas cosas sólo explicables por la moda, su uso se hizo popular gracias a los franchutes (cuándo no). No me extraña que el ejército croata de entonces haya fracasado en su intento de independizarse de Austria. Los líderes croatas fueron ejecutados (imagino que estrangulados con su invento) y sus tierras dadas a nobles extranjeros. Digo, si alguien es capaz de usar voluntariamente semejante invento, no creo que tenga la más mínima habilidad para ganar la más mínima escaramuza. Los evolucionistas (a quienes no les creo nada) dicen que el dedo meñique desaparecerá en unos miles de años. Yo creo que lo único que puede demostrar que evolucionamos, pero como civilización, es la supresión del uso de la corbata de la faz de la Tierra. Estoy seguro que en el futuro la corbata será dejada de lado cuando la gente se dé cuenta, al fin, de que no sirve para nada. Y si algo bueno nos traerá el calentamiento global será la imperiosa necesidad de dejar aquellas cosas que no hacen nada más que aumentar la temperatura de nuestro cuerpo. La corbata, confío, será una de esas cosas. Mientras, no me queda sino evitar, por todos los medios, usar corbata. Confío que en el futuro se destierre su uso en el trabajo. Después de todo, no soy más hábil si uso corbata, ni mi capacidad de análisis mejora, ni la calidad de mi trabajo aumenta, si acaso, sólo empeora porque existe, de eso estoy seguro, una relación directamente proporcional entre mi grado de comodidad y la calidad de mi trabajo. Aun cuando algunos dicen “pero luce bien”, no creo en el tipo de moda que sacrifica lo funcional por lo estético, llegando, incluso, a causar incomodidad (como si no se podría crear algo estético y funcional al mismo tiempo). Si mañana más tarde se pone de moda un paraguas con huecos, jamás lo usaría porque por encima de todo está la funcionalidad del paraguas. ¿Me explico? Si los diseñadores de moda quieren hacer obras de arte, pues que pongan la corbata en un museo (ahí, dicho sea de paso, es dónde me gustaría verla). En la moda de vestir, como en la arquitectura o en el diseño industrial (a diferencia del arte puro, como la pintura o la poesía), a mí parecer, se debe combinar lo artístico con lo funcional, si no, no sirve (aunque este parecer no sea universalmente aceptado). La corbata no sólo no es funcional sino que es incómoda. O, mejor dicho, no es lo primero precisamente por lo segundo. Así que ya está decido: este fin de año, entre las cosas que quemaré, será al menos un par de corbatas, por inservibles e incómodas.

:P