sábado, 17 de enero de 2009

Bobby Fischer, a un año de su muerte


Hoy se cumple un año de la muerte de Bobby Fischer. He sido un admirador de su juego y su carrera ajedrecística por años, desde cuando me aficioné seriamente al ajedrez.

Hace tiempo leí un artículo cuyo autor decía que Bobby estaba entre sus héroes de infancia, junto a Batman y Superman. Yo no puedo decir menos que eso. Cuando de niño descubrí que existía Bobby Fischer y supe de sus hazañas, sentía exactamente lo mismo. Fischer se convirtió para mí en un héroe de la talla de Spider-Man, mi héroe de ficción favorito desde muy niño. Es que sus hazañas ajedrecísticas parecían sacadas de la imaginación de un delirante guionista de historietas. Eran inauditas. Parecían irreales, pura ficción. Sin embargo, ocurrieron.

¿Cómo era posible que alguien sea capaz de ganar 19 partidas consecutivas contra Grandes Maestros de Ajedrez sin permitirles un solo empate? ¿Cómo era posible que, en las semifinales del título mundial, alguien venza a su rival 6 a 0, sin permitirle un solo empate? ¿Y cómo era posible que en su siguiente match venza nuevamente con el mismo score a otro fortísimo rival? ¿Cómo un ser humano de carne y hueso podría vencer él solo al formidable equipo de analistas soviético durante el campeonato mundial? ¿Cómo podría ser que desde los 15 años ya estaba entre los mejores jugadores del mundo, en una época (hace medio siglo) en la que ver a un niño jugar de igual a igual frente a los mejores del mundo era algo casi imposible de creer a no ser porque ocurría ante los ojos del mundo? ¿Cómo era posible que a los 13 años, contra Donald Byrne, produzca una de las partidas más maravillosas del siglo 20? ¿Cómo era posible que tenga un gran número de partidas donde no era posible detectar el más mínimo error? ¿Cómo era posible que jugando con tal precisión emplease siempre menos tiempo que sus rivales? Hay muchas preguntas más que reflejan el asombro que nos generan sus hazañas.

Las explicaciones, no veo otras, son que estábamos ante una máquina de jugar ajedrez. Alguien que parecía haber nacido y haber sido programado para jugar ajedrez y partir la historia en dos. Una suerte de milagro.

A los 10, cuando yo no tomaba seriamente el ajedrez como afición, sólo había visto su foto en la contratapa de un librillo sobre reglas de ajedrez que tenía mi padre y en la que se decía "Aprenda a jugar la siciliana que usó Bobby Fischer para vencer a Boris Spassky". Se me quedó grabado su nombre y el de su rival, pero no supe más de ellos por años. Es curioso que cuando conocí más detalles sobre Bobby Fischer y reproduje por primera vez sus partidas, él llevaba ya cerca de 12 años alejado de las competiciones oficiales de ajedrez. Mi héroe estaba oculto en algún lugar de los Estados Unidos y me costaba entender cómo era posible que con sólo 29 años, cuando tenía aún muchos años para seguir jugando y perfeccionándose, se retirase del ajedrez. Era algo inaudito.

Fischer no sólo fue el genio de ajedrez cuyo aporte se desbordó sobre el tablero sino fuera de él. Mejoró las condiciones de los ajedrecistas, algo por lo que todos los ajedrecistas le están en deuda. Empezó la profesionalización de este deporte.

Bobby le dio prestigio al ajedrez, trajo espectáculo. Hacía titulares gracias a sus hazañas ajedrecísticas y a su singular personalidad. Tenía una personalidad intimidante. Nadie como él se sentía tan seguro de llegar a la cima, tanto que nunca tuvo reparos en decir que era el mejor jugador de la historia y sería campeón mundial. Desde muy joven, desde que tenía 15 años, no dejó que nada se interponga entre él y el título mundial. Una vez alcanzado, empero, dejó el ajedrez. Ya intenté esbozar las razones de su retiro en un artículo anterior. Es difícil precisarlas y además creo que ya no es necesario hacerlo. Tampoco es ya importante hablar más sobre sus descabelladas ideas políticas, mas bien cabe recordarlo únicamente como el genio que fue.

Este genio, cuyo parangón me resulta difícil encontrar incluso buscando en otras disciplinas deportivas o artísticas, se fue a los 64 años. Como si hubiera sido programado para vivir un año por cada casilla que forma el tablero del ajedrez. Hasta siempre Bobby Fischer.

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Recomiendo ver estas dos entrevistas (en Inglés) que muestran a Bobby en dos momentos de su carrera. A los 15 años y a los 27 años.

En el primer video, Bobby es presentado en un conocido programa de TV americano, como el flamante campeón nacional de ajedrez de Estados Unidos a la edad de 15 años. En este video aparece tímido pero orgulloso de sí.


Fischer a los 15 años en "I've got a secret" (en Inglés)



En este segundo video, Fischer es entrevistado por el mítico Dick Cavett, en Dick Cavett's show. Se muestra contento, seguro de sí y bastante amigable. Acá Bobby le dice a Cavett que el momento que más disfruta es cuando quiebra el ego de su rival, o sea, cuando lo vence. Una declaración suya que pasó a ser muy conocida. También habla que los rusos pre-arreglaban sus resultados.


Fischer a los 27 años con Dick Cavett (en Inglés)


5 comentarios:

La Maga dijo...

Hola Carlos! bueno... y yo me enamore de Bobby cuando empece a jugar :P claro de sus partidas y sus historias ;)

Carlos Tovar dijo...

Hola Maga! Te saqué por lo de "quiero mi mascota"!

La Maga dijo...

jajaa!! y recuerdas kien soy??

Carlos Tovar dijo...

claro que sí! SM!

La Maga dijo...

Jeyyyy!!! que bueno!!!
Mi blog esta en nada... buaa.. pero algun dia me dare un tiempo y escribiree!!! espero k lo chekes :P
Saludos Carlos!
PD. buenas historias!