Consciente de que la sección de ajedrez de este blog pueda ser considerada monotemática (dado que recientemente “postié” un artículo sobre Bobby Fischer) publico esta excelente nota biográfica titulada “Los Hijos de Fischer” escrita por William Moreno. Esta nota es un buen complemento de mi artículo "¿Por qué se retiró ‘Bobby’ Fischer?" enfocado sólo en las razones del retiro de Bobby (Carlos Tovar).
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Los Hijos de Fischer**************************************************
x William Moreno Meléndez
"El ajedrez es la vida"
Bobby Fischer
Robert James Fischer (Chicago, 1943) fue el undécimo campeón mundial de ajedrez y, sin duda, quien más lo popularizó en todo el orbe. Su camino hasta el título fue duro y sacrificado. Hijo de padres divorciados, Bobby creció en Brooklyn con su madre Regina y su hermana Joan. Nunca conoció a su progenitor lo que marcó toda su vida y lo llevó a declarar: "Los niños que crecen sin padre se vuelven lobos".
Aprendió a jugar ajedrez a los 6 años con un tablero que le regaló su hermana mayor y, desde entonces, la pasión por el deporte ciencia se apoderó de él. Pero no tenía contra quien jugar. Preocupada por la soledad del pequeño, su madre intentó ayudarlo buscando rivales con un anuncio en el periódico Brooklyn Eagle. De esa manera, en 1951, Bobby participó en unas simultáneas del MI Max Pavey pero perdió en 15 minutos y se puso a llorar.
Empezó a frecuentar el Brooklyn Chess Club y se hizo socio del club de ajedrez de Manhattan, así como del de Hawthorne. Aquí conoció a su mentor, Jack Collins, y en casa de él Bobby pudo acceder a una enorme biblioteca privada de literatura ajedrecística. Todo ello despertó tal fascinación en él, que estudiaba incluso libros publicados en otros idiomas, especialmente en ruso.
Los éxitos no tardaron en llegar y en 1956 se proclamó campeón juvenil de Estados Unidos. Contaba con 13 años y venció a Donald Byrne en el Torneo Rosenwald de Nueva York, haciéndose merecedor al premio de brillantez por esta partida. Su nombre y sus victorias ya se leían en las revistas de ajedrez de todo el mundo, evidenciando el prodigioso talento que poseía y desarrollaba de manera autodidacta.
A pesar de tener un coeficiente intelectual superior a 180, Bobby dejó la escuela para entregarse por completo a Caissa, la diosa del ajedrez. Causó sensación cuando obtuvo el primer lugar en el Campeonato de Estados Unidos, a la edad de 14 años (el más joven de todos los tiempos). Se le comparaba con la estrella americana del siglo XIX Paul Morphy al haber clasificado al Interzonal de Portoroz 958 y cumplido allí su consagración como GM.
Enfrentó a la élite del ajedrez mundial en el Torneo de Candidatos de Yugoslavia 1959, jugando todos sus encuentros a muerte. De esta manera forjó su carácter y firmeza de espíritu. Bobby luchaba siempre por la victoria, llevara las piezas blancas o negras. Esta actitud deportiva le granjeó el respeto de los entendidos, quienes quedaban admirados por sus duelos en el tablero y los resultados que lograba contra los mejores profesionales.
Su filosofía se resumía en su frase: "No soporto ni la idea de perder". Sus reservas físicas para afrontar los maratones mentales las extraía de la práctica del tenis, natación, boxeo, etc. Era un joven alto con una increíble memoria retentiva. Convertía el conocimiento en acción con monstruosa precisión y ferocidad. La hegemonía soviética se veía amenazada ante el avance incontenible de Fischer.
Representó a su país como primer tablero en varias Olimpiadas logrando medallas para su equipo en virtud a sus destacados resultados. Disputó el Torneo de Candidatos de Curacao 1962, pero allí sufrió un revés que le llevó a escribir un artículo bajo el título "Cómo la URSS controla el ajedrez". En éste acusaba a sus colegas Petrosian, Keres y Geller de hacer un "pacto de no agresión" entre ellos.
Para el siguiente ciclo mundial el torneo de candidatos fue sustituido por matches eliminatorios. Aun así Bobby no formó parte de ese nuevo sistema, pero sí, en cambio, aplastó uno por uno a sus adversarios en el Campeonato de Estados Unidos 1963-1964, logrando 100% de efectividad. Durante toda su carrera se hizo 8 veces de ese título.
¿Cómo hacía para jugar tan bien? Fischer reveló su secreto: "He leído probablemente un millar de libros de ajedrez y he tomado lo mejor de todos ellos". No sólo hizo eso sino que, además, enriqueció la literatura ajedrecística con su brillante obra "Mis 60 memorables partidas". También difundió el deporte ciencia dando conferencias y exhibiciones de simultáneas en giras a muchas ciudades americanas.
Bobby fue un pionero en diversos aspectos del ajedrez. Anecdótico, por ejemplo, resultó que compitiera en el Torneo de La Habana 1965. Al negársele la autorización de viajar a Cuba, se le ocurrió jugar desde el Marshall Chess Club por télex, una modalidad inédita hasta ese entonces. Otra de sus contribuciones fue el reloj digital que ideó para solucionar los apuros de tiempo, el cual se usa mucho en la actualidad.
En el Interzonal de Sousse 1967 sucedería un controvertido episodio: abandonó el torneo cuando lo iba liderando con autoridad. Tuvo dificultades en el programa de juego debido a sus exigencias de tipo religioso: era adventista del séptimo día y los días viernes y parte de los sábados no se sentaba ante el tablero. Su carrera en pos de la corona sufría una nueva postergación.
En el "Match del Siglo" Belgrado 1970 se enfrentaron las selecciones de URSS y el Resto del Mundo. Bobby accedió a jugar de segundo tablero superando a Tigran Petrosian convincentemente (+2 =2 -0). Este resultado aumentó la simpatía que le tenían los aficionados, aun más porque difícilmente el genio americano producía partidas aburridas.
Tras algunas gestiones de su Federación (USCF), se incorporó al ciclo de la FIDE en el Interzonal de Palma de Mallorca 1970, y demostró otra vez su voluntad de vencer al marcar una diferencia de 3.5 puntos respecto a sus más cercanos seguidores. Ahora sí había iniciado su marcha definitiva al olimpo, con marcadores sin precedentes en la historia del arte regio.
Su primera víctima en los matches de candidatos sería el GM Mark Taimanov. En Vancouver 1971, Bobby lo humilló con el tanteo de 6 a 0. Después chocaría con Bent Larsen, en Denver 1971, y otra vez la victoria de Fischer fue apoteósica: 6 a 0 !!.
Le tocaría el turno a Tigran Petrosian en la final disputada en Buenos Aires 1971. Se adjudicó el match por 6.5 a 2.5 y así despejó el camino hacia el título mundial, que ostentaba el GM Boris Spassky, campeón de estilo universal.
Después de intensas negociaciones se decidió que la sede para el Campeonato Mundial de Ajedrez 1972 sería la ciudad de Reykjavik, Islandia. El 11 de julio de 1972, en plena Guerra Fría, empezó el trascendental encuentro. Fischer debía vencer sus propios fantasmas ante el score desvarorable (=2 -3) que tenía con Spassky antes del inicio del campeonato.
Con sorpresas en la apertura (renunció a 1. e4 por 1. c4 en 4 ocasiones), presión psicológica (al ceder 1 W.O. en la segunda partida) y formidables recursos en los análisis de las aplazadas, Fischer concretó su sueño de ser campeón mundial al derrotar a Spassky por +7 =11 -3.
Se convirtió en el héroe de occidente que pudo solo contra la "cortina de hierro" (como él llamaba al bloque soviético). Lo paradójico fue que conseguido su objetivo Fischer no jugó ninguna partida oficial más hasta su reaparición en 1992 frente a Spassky nuevamente.
Ese retiro voluntario no fue comprendido por sus admiradores, pero la repercusión del match de 1972 hizo que se agotaran los libros y los juegos de ajedrez en varias latitudes. En Perú también se desató la fischermanía con inauguración de clubes y proliferación de eventos. El GM Julio Granda en una entrevista a Jaque reconoció que él aprendió a jugar en esos primeros años de los setenta. Era una época de fiebre ajedrecística por el triunfo de un personaje mesiánico que dejó su influencia en otros valores de América (Mecking, por ejemplo).
Sin embargo, la ilusión se fue diluyendo con la ausencia de Fischer en los torneos. Era como si el aura mítica del genio se apagase sin él. Así que dejó en la orfandad a sus miles de seguidores, pero ya se sabe lo que pasa con los hijos que crecen sin padre…
William Moreno Meléndez
Trujillo, noviembre del 2007.
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Bobby Fischer
Robert James Fischer (Chicago, 1943) fue el undécimo campeón mundial de ajedrez y, sin duda, quien más lo popularizó en todo el orbe. Su camino hasta el título fue duro y sacrificado. Hijo de padres divorciados, Bobby creció en Brooklyn con su madre Regina y su hermana Joan. Nunca conoció a su progenitor lo que marcó toda su vida y lo llevó a declarar: "Los niños que crecen sin padre se vuelven lobos".
Aprendió a jugar ajedrez a los 6 años con un tablero que le regaló su hermana mayor y, desde entonces, la pasión por el deporte ciencia se apoderó de él. Pero no tenía contra quien jugar. Preocupada por la soledad del pequeño, su madre intentó ayudarlo buscando rivales con un anuncio en el periódico Brooklyn Eagle. De esa manera, en 1951, Bobby participó en unas simultáneas del MI Max Pavey pero perdió en 15 minutos y se puso a llorar.
Empezó a frecuentar el Brooklyn Chess Club y se hizo socio del club de ajedrez de Manhattan, así como del de Hawthorne. Aquí conoció a su mentor, Jack Collins, y en casa de él Bobby pudo acceder a una enorme biblioteca privada de literatura ajedrecística. Todo ello despertó tal fascinación en él, que estudiaba incluso libros publicados en otros idiomas, especialmente en ruso.
Los éxitos no tardaron en llegar y en 1956 se proclamó campeón juvenil de Estados Unidos. Contaba con 13 años y venció a Donald Byrne en el Torneo Rosenwald de Nueva York, haciéndose merecedor al premio de brillantez por esta partida. Su nombre y sus victorias ya se leían en las revistas de ajedrez de todo el mundo, evidenciando el prodigioso talento que poseía y desarrollaba de manera autodidacta.
A pesar de tener un coeficiente intelectual superior a 180, Bobby dejó la escuela para entregarse por completo a Caissa, la diosa del ajedrez. Causó sensación cuando obtuvo el primer lugar en el Campeonato de Estados Unidos, a la edad de 14 años (el más joven de todos los tiempos). Se le comparaba con la estrella americana del siglo XIX Paul Morphy al haber clasificado al Interzonal de Portoroz 958 y cumplido allí su consagración como GM.
Enfrentó a la élite del ajedrez mundial en el Torneo de Candidatos de Yugoslavia 1959, jugando todos sus encuentros a muerte. De esta manera forjó su carácter y firmeza de espíritu. Bobby luchaba siempre por la victoria, llevara las piezas blancas o negras. Esta actitud deportiva le granjeó el respeto de los entendidos, quienes quedaban admirados por sus duelos en el tablero y los resultados que lograba contra los mejores profesionales.
Su filosofía se resumía en su frase: "No soporto ni la idea de perder". Sus reservas físicas para afrontar los maratones mentales las extraía de la práctica del tenis, natación, boxeo, etc. Era un joven alto con una increíble memoria retentiva. Convertía el conocimiento en acción con monstruosa precisión y ferocidad. La hegemonía soviética se veía amenazada ante el avance incontenible de Fischer.
Representó a su país como primer tablero en varias Olimpiadas logrando medallas para su equipo en virtud a sus destacados resultados. Disputó el Torneo de Candidatos de Curacao 1962, pero allí sufrió un revés que le llevó a escribir un artículo bajo el título "Cómo la URSS controla el ajedrez". En éste acusaba a sus colegas Petrosian, Keres y Geller de hacer un "pacto de no agresión" entre ellos.
Para el siguiente ciclo mundial el torneo de candidatos fue sustituido por matches eliminatorios. Aun así Bobby no formó parte de ese nuevo sistema, pero sí, en cambio, aplastó uno por uno a sus adversarios en el Campeonato de Estados Unidos 1963-1964, logrando 100% de efectividad. Durante toda su carrera se hizo 8 veces de ese título.
¿Cómo hacía para jugar tan bien? Fischer reveló su secreto: "He leído probablemente un millar de libros de ajedrez y he tomado lo mejor de todos ellos". No sólo hizo eso sino que, además, enriqueció la literatura ajedrecística con su brillante obra "Mis 60 memorables partidas". También difundió el deporte ciencia dando conferencias y exhibiciones de simultáneas en giras a muchas ciudades americanas.
Bobby fue un pionero en diversos aspectos del ajedrez. Anecdótico, por ejemplo, resultó que compitiera en el Torneo de La Habana 1965. Al negársele la autorización de viajar a Cuba, se le ocurrió jugar desde el Marshall Chess Club por télex, una modalidad inédita hasta ese entonces. Otra de sus contribuciones fue el reloj digital que ideó para solucionar los apuros de tiempo, el cual se usa mucho en la actualidad.
En el Interzonal de Sousse 1967 sucedería un controvertido episodio: abandonó el torneo cuando lo iba liderando con autoridad. Tuvo dificultades en el programa de juego debido a sus exigencias de tipo religioso: era adventista del séptimo día y los días viernes y parte de los sábados no se sentaba ante el tablero. Su carrera en pos de la corona sufría una nueva postergación.
En el "Match del Siglo" Belgrado 1970 se enfrentaron las selecciones de URSS y el Resto del Mundo. Bobby accedió a jugar de segundo tablero superando a Tigran Petrosian convincentemente (+2 =2 -0). Este resultado aumentó la simpatía que le tenían los aficionados, aun más porque difícilmente el genio americano producía partidas aburridas.
Tras algunas gestiones de su Federación (USCF), se incorporó al ciclo de la FIDE en el Interzonal de Palma de Mallorca 1970, y demostró otra vez su voluntad de vencer al marcar una diferencia de 3.5 puntos respecto a sus más cercanos seguidores. Ahora sí había iniciado su marcha definitiva al olimpo, con marcadores sin precedentes en la historia del arte regio.
Su primera víctima en los matches de candidatos sería el GM Mark Taimanov. En Vancouver 1971, Bobby lo humilló con el tanteo de 6 a 0. Después chocaría con Bent Larsen, en Denver 1971, y otra vez la victoria de Fischer fue apoteósica: 6 a 0 !!.
Le tocaría el turno a Tigran Petrosian en la final disputada en Buenos Aires 1971. Se adjudicó el match por 6.5 a 2.5 y así despejó el camino hacia el título mundial, que ostentaba el GM Boris Spassky, campeón de estilo universal.
Después de intensas negociaciones se decidió que la sede para el Campeonato Mundial de Ajedrez 1972 sería la ciudad de Reykjavik, Islandia. El 11 de julio de 1972, en plena Guerra Fría, empezó el trascendental encuentro. Fischer debía vencer sus propios fantasmas ante el score desvarorable (=2 -3) que tenía con Spassky antes del inicio del campeonato.
Con sorpresas en la apertura (renunció a 1. e4 por 1. c4 en 4 ocasiones), presión psicológica (al ceder 1 W.O. en la segunda partida) y formidables recursos en los análisis de las aplazadas, Fischer concretó su sueño de ser campeón mundial al derrotar a Spassky por +7 =11 -3.
Se convirtió en el héroe de occidente que pudo solo contra la "cortina de hierro" (como él llamaba al bloque soviético). Lo paradójico fue que conseguido su objetivo Fischer no jugó ninguna partida oficial más hasta su reaparición en 1992 frente a Spassky nuevamente.
Ese retiro voluntario no fue comprendido por sus admiradores, pero la repercusión del match de 1972 hizo que se agotaran los libros y los juegos de ajedrez en varias latitudes. En Perú también se desató la fischermanía con inauguración de clubes y proliferación de eventos. El GM Julio Granda en una entrevista a Jaque reconoció que él aprendió a jugar en esos primeros años de los setenta. Era una época de fiebre ajedrecística por el triunfo de un personaje mesiánico que dejó su influencia en otros valores de América (Mecking, por ejemplo).
Sin embargo, la ilusión se fue diluyendo con la ausencia de Fischer en los torneos. Era como si el aura mítica del genio se apagase sin él. Así que dejó en la orfandad a sus miles de seguidores, pero ya se sabe lo que pasa con los hijos que crecen sin padre…
William Moreno Meléndez
Trujillo, noviembre del 2007.
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