miércoles, 7 de noviembre de 2007

El Eternauta

x Carlos Tovar

El 9 de julio de este año, los diarios bonaerenses reportaron que el día anterior habían caído copos de nieve sobre Buenos Aires, por primera vez desde 1918, luego de 89 años.

La noticia que reportaron dichos diarios no era exacta. Ignoraba que la última vez que nevó en Buenos Aires fue hace 50 años, una noche de 1957, en una hora en la cual la mayor parte de bonaerenses dormía, excepto unos pocos como Juan Salvo y sus amigos (Favalli, Luca y Polsky). La nevada que cayó esa noche sobre Buenos Aires anunciaba el inicio de una invasión extra-terrestre al planeta Tierra. Esa es la historia que nos cuenta Héctor Oesterheld, –brillante guionista de historietas, quien desapareciera en 1977 durante la dictadura militar Argentina–, en su célebre obra “El Eternauta”, ilustrada por Solano López.

El Eternauta es la historieta argentina más reconocida de todos los tiempos, y una de las mejores de la historieta mundial en el género de ciencia ficción. Convertida en una obra de culto, su historia se desarrolla en el mero corazón de la capital bonaerense y empieza con una inusual nevada sobre dicha ciudad. Más inusual aun porque esos copos de nieve, como no tardan en descubrir Juan Salvo y sus amigos, matan a quienes tocan. El estupor de ellos es aun mayor cuando descubren que los copos de nieve son provocados por extra-terrestres, quienes han venido a invadir la tierra. Los hechos subsiguientes depararán una serie de sorpresas a los protagonistas, cuya suerte, en todo momento, pende de un hilo. Y Oesterheld nos los narra con maestría .

La idea de copos de nieve que matan tiene un significado sutil: Si algo tan inocuo en apariencia como los copos de nieve es letal ¿qué pueden esperar Juan Salvo y sus amigos de quienes los provocaron? Con ese recurso al inicio de la historia, Oesterheld se encarga de decirnos que Salvo y sus amigos se enfrentarán a algo completamente desconocido y, por ello mismo, aterrador.

A medida que avanza la historia uno inevitablemente presume que toda resistencia ante los invasores, –los “Ellos”, como los bautizan Juan Salvo y sus amigos–, será inútil. No obstante, el instinto de supervivencia prevalece sobre el temor a lo desconocido. En ese intento se destaca la importancia del accionar colectivo frente al individual. Como nos dice Oesterheld: “El único héroe válido es el ‘héroe en grupo’, nunca el héroe individual, el héroe solo”. Pero, para tragedia del grupo, éste se encuentra completamente aislado e incomunicado con otros grupos que podrían también estar ofreciendo resistencia a los invasores. Ello trae un sentimiento de aislamiento, de soledad colectiva. (Esa soledad se acrecienta porque la ciudad luce vacía y, por si fuera poco, los copos de nieve que la cubren la hacen parecer más extraña y ajena). Conforme se desarrolla la historia el héroe colectivo se sorprende no sólo al conocer nuevos aspectos del enemigo, sino también al darse cuenta de lo que él mismo es capaz de hacer para sobrevivir…

El desarrollo argumental es lo más destacable, mucho más, para mi gusto, que las ilustraciones. Los dibujos de Solano López, como en prácticamente la mayoría de sus obras, se caracterizan por estar desprovistos de toda pretensión y sofisticación. Son más bien sencillos, simples. Pero la sencillez y simplicidad de López (y calidez, como anotó el propio Oesterheld) funciona muy bien en esta obra porque permite balancear la creciente tensión de la línea argumental y dejarle a ésta el mayor protagonismo. (Por ejemplo, un dibujo más sofisticado como el que hizo Alberto Breccia para una versión más corta del Eternauta –publicada en 1969– trajo como resultado un producto inferior. Las viñetas eran extraordinarias si se las miraba una a una independientemente de la historia, pero no tanto si se las miraba en conjunto como complemento de ella).

No es exageración decir que El Eternauta ha trascendido el ámbito de la historieta, ubicándose entre las obras literarias con más significado para Argentina. Si no, tomemos en cuenta que en el 2000 el diario Clarín la incluyó en su colección Serie Clásicos de la Biblioteca Argentina, al lado de obras tan importantes para la literatura argentina como las de autores como Borges, Cortázar o Quiroga.

Han pasado 50 años desde la publicación de esta obra y durante ese tiempo no ha cesado de ganar admiradores. En Buenos Aires no nieva pero este año nevó para recordarnos que El Eternauta cumplía medio siglo de vida... Imagino que por un momento, el 8 de julio último, los bonaerenses se preguntaron si aquellos copos de nieve que caían eran el anuncio de que su ciudad estaba a punto de ser invadida por extra-terrestres.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buen texto, si lo escribiste vos te felicito!

Saludos.

Pablo.