martes, 25 de enero de 2011

Cuando se pierde el espíritu de una canción

Hace un par de días escuché “Boys don´t cry” (1980) de The Cure en versión bossa nova interpretada por Jamie Lancaster, lo que me ha animado a escribir esta corta nota.

He escuchado canciones de los Beatles en bossa interpretados por Rita Lee y la verdad que el resultado ha sido muy bueno. La melodía y letra de varias de las canciones de los Beatles quedaron muy bien bajo la suavidad de la música bossa. Sin embargo, la versión de “Boys don´t cry” de Jamie Lancaster resulta realmente penosa porque pierde todo el espíritu de la canción, que tiene como parte esencial una mezcla (difícil de explicar) de sentimientos de tristeza, lamento y resignación medio contenidos que va a la par de su letra ("So I try to laugh about it / Cover it all up with lies / I try to laugh about it / Hiding the tears in my eyes / Because boys don't cry") feeling del que, precisamente, carece por completo la versión bossa de esta joya musical, que en la voz y entonación de Robert Smith, el líder de The Cure, queda perfecta.

El resultado de escuchar “Boys don't cry” en una versión bossa tan lamentable (que a muchos, sin embargo, entiendo fascina) fue una enorme ganas de llegar a casa y escuchar la voz inigualable de Robert Smith interpretando las versiones clásica y acústica de esta bella canción. Lo bueno, de paso, fue que buscando en la web encontré una versión más de The Cure: la versión desenchufada que esta banda interpretó para MTV en 1991, que es justamente la que posteo ahora. Una forma de borrar de mis oídos el mal gusto de la versión bossa...



"Boys don´t cry" desenchufado

sábado, 15 de enero de 2011

El sueño stereo de Cerati

"Disco Eterno" (álbum "Sueño Stereo")

El año pasado inicié mi blog con uno de mis cantantes favoritos, con Gustavo Cerati, sin tener cómo saber que en ese año él caería en estado de coma. No hice ninguna nota al respecto, por falta de tiempo y por esperar verlo levantado y tener una nota más alegre de la que hablar, pero Cerati no se ha levantado y sentí que tenía una deuda con él, con su música.

He admirado a los Soda Stereo y a Cerati desde su Nada Personal (1985). Con sus posteriores discos -“Signos” (1986), “Doble Vida” (1988), “Canción Animal” (1990), etc.- se convirtieron en mi grupo favorito; no sólo sudamericano, no sólo por esta parte del mundo, sino a nivel mundial (hace un par de años hice un relato con los títulos de todas sus canciones desde el “Nada Personal” en adelante, que aunque, como algunos me dijeron, es medio cursi, lo comparto). Separado, aunque suene atrevido decirlo, sólo por el idioma de The Cure, U2, The Police, por mencionar a algunos grupos legendarios.

Hace unos pocos años, redescubriendo a Soda quedé maravillado por lo bueno que fue el último de sus discos con canciones originales “Sueño Stereo” (1995). “Disco eterno”, “Ángel eléctrico” y “Paseando por Roma” son para ser escuchadas en absoluto silencio y en plena oscuridad. Lo mismo se puede decir de varias de sus canciones como solista, de sus, por ejemplo, “Bocanada” (1999) y “Siempre es hoy” (2002).

La noticia de su estado de coma, como a muchos, me entristeció. Algunos excesos de su estilo de vida, como el fumar o medicarse desmedidamente, lo llevaron a ese estado. Imagino que Cerati, quien unos meses antes de lo que le pasó dijo “no tengo para nada la vida resuelta”, jamás, sin embargo, esperaba verse en una situación como ésta y vivía pensando en todo menos en la muerte, como hace todo el mundo.

Es como si tratáramos de obviar lo evidente. Casi nadie piensa en la muerte pese a ser algo que con absoluta seguridad enfrentaremos. Vivimos la vida como si la tuviéramos asegurada. Me pregunto qué haríamos si nos dijeran que nos queda sólo una semana de vida ¿dejaríamos pasar el tiempo sin estar con las personas que amamos y decirles cuánto lo hacemos? ¿Nos aferraríamos a lo material por sobre lo espiritual? ¿Relativizaríamos la justicia en lugar de buscar lo justo en cada cosa que hacemos, empezando por nosotros mismos? ¿Evitaríamos pensar en qué nos espera después de esta vida? Y, especialmente, ¿buscaríamos a Dios? ¿Dejaríamos de pensar que no importa si Dios existe o no, si nos ama o no, si nos juzga o no, aun cuando una respuesta afirmativa a todas esas preguntas sería lo más importante y realmente lo único trascendente en nuestras vidas?

Pensando en todo lo anterior, me pregunto ¿qué haría Cerati si, por milagro, se levantase completamente sano? ¿Sería el mismo de antes o su actitud ante la vida cambiaría? No lo sabemos. Mientras, queda esperar que Cerati despierte de ese sueño en el que ha quedado sumergido, y que, como dice el nombre de su última gira grupal, lo veamos volver.

En tanto, tenemos su música. Posteo una de sus canciones de Soda no tan sonada en Perú, pero que es una delicia escuchar: “Disco eterno” del álbum “Sueño Stereo”.

martes, 4 de enero de 2011

Gracias Daniel

Daniel F cumple hoy 50 años de vida. Hace muchos años, un gran amigo y ahora notable músico me hizo escuchar el Kurziles Romanzas de Daniel, pero no fue sino hasta hace 8 años, con su Memorias desde Vesania, que me volví en un seguidor de su música.

Sus canciones me acompañaron gran parte de estos últimos 8 años y, aunque hasta hace algún tiempo su filosofía medio contestataria y estilo deslenguado me sedujeron y ahora ya no, guardo por Daniel F una enorme gratitud, por todos los buenos momentos que pasé escuchando su música, por su genio musical. Por ser, más allá de sus matices y su estilo desbocado, un músico auténtico.

He hablado brevemente con Daniel F durante dos sus conciertos y una tercera y última vez, en una conversación más extendida, en diciembre de 2009, durante la Feria del Libro Ricardo Palma, que en ese año se llevó a cabo en el local del Museo de la Nación. En una de mis idas a la feria yo pasaba por el puesto de la editorial que había editado su reciente libro "Manuskritos desde una Calle Vedada" y ahí, frente a dicho puesto, estaba Daniel F para la firma de su libro. Como él había llegado muy temprano tuve tiempo para acercarme y conversarle.

Daniel estaba muy contento y orgulloso por su libro. Fue muy amable de tomarse el tiempo de hablar con un desconocido como yo, a quien seguro ni recordaba de las veces anteriores que le hablé. Revisando conjuntamente su libro, me mostró varias ilustraciones que él mismo había diseñado con la computadora (por ejemplo el de la pág. 102). Estaba muy agradecido de que su libro se estaba vendiendo muy bien. De hecho fue el segundo libro más vendido de la feria, después de El Cuy de Juan Acevedo.

Me despedí agradeciéndole por sus canciones, porque que me habían acompañado desde el 2002 y que, aún ahora alejado de su particular forma de expresarse, sé valorar y querer. Como alguien dijo por ahí, yo también puedo decir que varias de sus canciones están en el soundtrack de mi vida.

Recojo tres formidables temas de Daniel F de su Memorias desde Vesania: El Naufragio de los Océanos, El espejismo de los sentenciados y El Misterio de las astillas. Feliz cumpleaños Daniel F.

El Naufragio de los Océanos



El espejismo de los sentenciados


El Misterio de las astillas


Me quedo

(Ilustración del Corto Maltés dibujado por Hugo Pratt)

Terminó el año 2010 y pensando en los momentos para mí inolvidables, he recordado aquéllos de ese año con los que me quedaré por mucho tiempo, o siempre si la memoria me funciona como hasta ahora. Me quedo con muchos momentos gratos, momentos que me traen un sentimiento de alegría y de gratitud.

Me quedo con las clases de la RED y con aquella noche en casa de Ma, donde pude conocer un poco más de cada uno de mis compañeros y aprender de ellos. Me quedo con las clases por las noches del Seminario, que tanto he disfrutado, donde seguiré, si el Señor quiere, tres años más de mi vida, hasta terminar. Me quedo con todo lo aprendido en clase, con los tiempos de alabanza. Me quedo con una foto. Me quedo con esas conversaciones y comidas con Ju, tras las clases. Me quedo con su amistad. Me quedo con aquellos dos domingos de visitas a los presos al Luri, con el ejemplo de aquellos héroes de fe que integran el ministerio de cárceles de Camino, quienes hacen horas de cola para visitar presos, personas a quienes nunca antes conocieron, movidos sólo por el amor de Cristo. Me quedo con los jueves de santa cena y domingos de culto de Camino, donde he aprendido tanto, mucho más de lo que, por ahora, soy capaz de dar.

Me quedo con todas las horas que pasé con mi madre, hermanas y hermanos, y con mis pequeños sobrinos y sobrinas. Me quedo con esos abracitos de mi sobrinita Gr, quien me ha dicho muchas veces “tío, te quiero”. Me quedo con las sonrisas de todos mis sobrinos, con el gusto de verlos crecer.

Me quedo con mi afán casi infantil de ir, invitado o aceptado por mi amigo Ja (gran dibujante de historietas y de humor gráfico) a almorzar en Barranco con Giménez, autor de Paracuellos y uno de mis dos grandes ídolos del cómic mundial, con un grupo de personas que terminó siendo tan pequeño como que sólo éramos Giménez, su novia, un funcionario del CCE, mi amigo Ja y yo. Me quedo con la graciosa sensación de haberme sentido medio “groupie” porque parecía que lo único que me importaba era estar allá, almorzando con Giménez, aun cuando apenas pude charlar con él debido a la estruendosa música del lugar. Me quedo, desde luego también, con la cena en el Patagonia con Giménez y con un pequeño y privilegiado grupo de amigos del Colectivo con quienes, entonces sí, pude disfrutar de la conversación de Giménez.

Me quedo con aquel paseo en el atardecer por Paris en bicicleta y con aquella noche con Ju y Ve yendo a cenar al barrio de Montmartre. Me quedo con mi excursión en solitario por Sacré-Coeur y con aquellas tres horas que pasé en la librería de Comics BD SPIRIT, en Montmartre, viendo y comprando historietas. Me quedo con aquella tarde con Ju en la que nos sentamos en una cafetería, en un exclusivo barrio de París, a contemplar la gente pasar, tal como, según mi amigo, suelen hacer los parisinos. Me quedo, cómo no, con el paseo por Barcelona con Me y Ch (amigo peruano que por esas casualidades de la vida estaba de viaje por allá) y su hermana; con esa subida y descenso al Montjuic acompañado de un bello atardecer. Me quedo con aquella noche de cine solo en Madrid y la incursión en la sección de historietas de Fnac (en la que completé mi colección de “Barrio” de Giménez).

Me quedo con aquella noche en Santo Domingo jugando, de pronto e inesperadamente como antaño, con esas mismas ganas de antes, ajedrez rápido contra una decena de fanáticos dominicanos. Me quedo con el gusto, un poco travieso, de responderles “no, en mi país no soy nada en el ajedrez”, ante la pregunta que me hicieran “¿es usted maestro de ajedrez en Perú?” luego de que les ganara varias partidas con relativa facilidad.

Me quedo con los reencuentros, los cuatro, con las calles de DC, ciudad donde si no dejé ningún recuerdo fue porque todos los llevé conmigo, dentro de mi corazón y mi memoria, incluso el tiempo de los intentos, en los que dejé gran parte de mí. Me quedo con la dicha de estar en el último culto de Grace en su ahora antiguo local y la suerte de estar en el primer culto de su nuevo local en Virginia. Me quedo con el saludo del Ps Jo y su gentil frase “We love you too, Carlos” y el saludo del Ps De, quien, con una amplia sonrisa, al verme llegar a Grace en mi primer viaje simplemente me dijo “Hi, Carlos, nice to see you man”, como si me hubiera visto hace muy poco, lo que me hizo dar cuenta que, en realidad, nunca he salido de Grace. Me quedo con la sensación de que esté en DC o en Lima, en Grace o en Camino, me siento en casa gracias al Señor Jesús, quien es, finalmente, quien ha estado en todos mis “me quedo” del 2010 y está en todo lo que espero para el 2011.