martes, 6 de octubre de 2009

Meditaciones sobre Dios y dios

Cada vez es más común encontrar personas que creen en algo así como una fuerza o energía presente en todo el Universo, que influye en nuestras vidas, pero que carece de conciencia y por tanto de persona. Algo así como un dios impersonal, uno omnipresente pero sin entidad ni persona.

Asumamos que ese dios impersonal existe, que es una fuerza mística (por llamarla de alguna forma) que rige el destino de todas las personas que habitamos en el Universo. Resulta evidente que, de ser así, esta fuerza mística trascendería a las leyes de la física, la cual reconoce la únicamente la existencia de cuatro fuerzas en el Universo (la gravitatoria, la electromagnética, la fuerte y la débil) que explican todos los fenómenos que ocurren en él. Como todos estamos sujetos a esa fuerza mística o dios impersonal, ella nos vincula, además, haciéndonos parte de un todo, de una gran unidad. Una fuerza a la que podemos invocar con nuestra mente (o en oración al Universo si queremos).

Si es así, resulta evidente que ese dios impersonal debería estar por encima de todos los seres y cosas que existen en el Universo, en tanto puede influir no sólo en el destino de millones y millones de personas en el planeta (para los que creen en la vida en otros planetas, también en los seres de otras galaxias) sino en cada detalle de sus vidas cotidianas; influyendo en sus voluntades. Me pregunto, ¿cómo es posible que ese dios, siendo evidentemente superior a todos nosotros, carezca de consciencia? ¿No es acaso nuestra conciencia lo que nos hace superiores al resto de seres vivos en este planeta, al permitirnos ser conscientes de lo que somos y hacemos? ¿Cómo es posible que esa poderosísima fuerza mística o dios impersonal que trasciende los parámetros conocidos de la física, que dirige voluntades, que influye en millones y millones de vidas y escucha nuestros llamados, carezca de consciencia y por tanto de persona? Es decir, ¿cómo es posible que sea impersonal?

¿Y sobre la base de qué actuaría esa fuerza mística? Resulta evidente que si no tiene alguna capacidad de decisión, en su defecto, debería regirse mecánicamente por algún tipo de criterio más elevado. [¿Qué pasaría, por ejemplo, si dos personas invocan cosas totalmente opuestas donde no es posible satisfacer a una sin dejar insatisfecha a la otra? ¿Puedo dar alguna respuesta a esto sin darle a dicha fuerza mística alguna pizca de conciencia y voluntad o, en su defecto, de algún criterio preestablecido? ¿Cuál sería su criterio de discernimiento?]. En ese caso, ¿cómo es que ese criterio existe? No podría existir a consecuencia de las leyes físicas porque, como dijimos, este dios impersonal trasciende a las leyes de la física (no se rige por ellas). En cualquier caso, asumiendo que dicho criterio simplemente existe, uno debería esperar, al menos, que éste sea inmutable en el tiempo. (Y que sea, además, parte esencial del dios impersonal e inconsciente, más aún, sea él mismo). Que no cambie, porque si ese criterio cambia, algo tendría que hacerlo cambiar, y como ese algo sólo podría ser el propio dios impersonal (suprema fuerza que rige TODO) en ese caso estaríamos aceptando que dicho dios impersonal tiene voluntad y es, por tanto, una persona.

Para ser consistentes con lo anterior, entonces, el dios impersonal, así como sus criterios que lo rigen (que, por razones que ya expliqué, tendrían que ser parte de él y él mismo a la vez) debería ser absolutamente inmutable. Pero si ese dios impersonal es inmutable, el que es hoy debió ser el mismo que fue, por ejemplo, durante el Big-Bang (asumiendo que fuera cierta esta teoría). En ese caso, si, como postula la teoría del Big Bang, todo el Universo era del tamaño de una pelota de tenis, donde sólo existían abundantes elementos químicos pero ninguna forma de vida, ¿qué sentido tendría que el dios impersonal tenga desde ese inicio los criterios para regir la vida de las personas y cosas que habrían de existir miles de millones de años después? ¿Cómo puedo responder a esa pregunta sin aceptar que dicho dios impersonal debía tener conciencia de lo que habría de suceder años después, o sin aceptar que exista alguien por encima de él que sí posea conciencia y conocimiento de lo que habría de venir? ¿Podría un dios impersonal, etéreo, saber todo lo que iba a pasar o tenerlo previsto sin tener un grado de conciencia?

En mi forma de ver, no es que las preguntas anteriores sean imposibles de responder, sino que las respuestas a las que arribamos contradicen el propio supuesto de las preguntas, es decir, la existencia de un dios impersonal. El problema, desde mi punto de vista, surge porque se pretende forzar la figura de un dios omnipresente e influyente en nuestras vidas pero inconsciente, sin voluntad ni ser individual. Para mí carece de sentido la idea de un dios con esas características. Podría existir esa fuerza mística inconsciente sí, pero sólo si por encima de ella está un ser superior y consciente que la determine. Un Dios con voluntad.

2 comentarios:

tosti dijo...

Carece de conciencia y de personalidad porque no interviene ni dirige los destinos de las personas, ni de las cosas que suceden, tal como no se puede decir que las cuatro fuerzas "dirigen" al mundo fenomenico, simplemente las cosas suceden en arreglo a esas leyes.
Y si existe un dios, creo al mundo y lo dejo funcionando solo con las leyes naturales.

Carlos Tovar dijo...

Tosti,

Gracias por tu comentario.

Sucede que para muchas personas hay algo por encima de todo que sí interviene en nuestras vidas (la idea de El Secreto). Partiendo de ese razonamiento (que entiendo tú no compartes), creo que es imposible, o complicado, quitarle a ese algo la conciencia y personalidad, según expongo.

Lo que tu mencionas, es decir, de que si existe Dios, él creó el mundo y lo dejó funcionando es lo que un tiempo pensaba Hawking. O sea, un Dios creador, pero no rector de las vidas. Alguien quien puso las condiciones iniciales y se fue. Después, claro, le quitó a Dios ese rol de creador y desterró la idea de Dios... En fin, yo creo en un Dios creador y rector de las cosas.

La ciencia sólo puede explicar lo que percibimos, pero no hay que perder de vista que lo que percibimos no es todo lo que existe. Nuestros sentidos son limitados y, por tanto, nuestras observaciones, inevitablemente, también lo serán.

Saludos,

Carlos