martes, 3 de julio de 2012

Un alto para disfrutar de aquello que nos gusta


Hace poco, paseando por primera vez por las calles de Quito en compañía de un buen amigo, vinieron a mi mente cosas que tanto me gustan y que he disfrutado siempre, desde adolecente, y algunas desde niño. Me encanta, primero que nada, una buena conversación, incluso con aquellas personas con las que, teniendo perspectivas distintas de la vida, te desafían a esforzarte en tus reflexiones y argumentaciones. Encuentro muy placentero la batalla de ideas y de la lógica cuando es bien llevada (el Ajedrez es el caso perfecto de esa batalla, por eso es que lo amo tanto, porque en él, como dijo un gran ajedrecista ya fallecido, ¡la retórica no sirve de nada porque se ve desnuda ante la belleza de la lógica!). Disfruto, más aun, conversar caminando, así, casi erráticamente, casi sin dirección.

Aun cuando hay varias cosas simples de la vida que podemos disfrutar día a día, compruebo que, muchas veces, nos escudamos en que tenemos demasiadas responsabilidades y terminamos dejándolas de lado. Ése ha sido, un poco, el ritmo de mis actividades durante los últimos dos años, debido a la carga de trabajo y otras responsabilidades. Estando un día de paseo, he reparado en lo saludable que resulta darse un tiempo para descansar y tomar distancia de nuestras responsabilidades y hacer cosas que nos hagan disfrutar de las cosas que Dios puso a nuestro alrededor, sin ningún afán de por medio (El Señor mismo se tomó un descanso tras la Creación y, estoy convencido de esto, no fue porque estuviera cansado sino para darnos el ejemplo que necesita el hombre, que sí se fatiga, de tomar un descanso y disfrutar de lo que es capaz de producir).

Pensando en ello, recordé que desde niño y adolescente el Señor hizo de mí una persona que le gustaba disfrutar de varias cosas. Una persona que amaba leer comics (que he dejado de lado por el pretexto del tiempo), practicar al ajedrez (que había dejado de lado por la misma perenne excusa, pero que, ¡al fin!, he vuelto a retomar ya regularmente, aunque sea contra un oponente computarizado), leer una buena obra literaria (cuya lectura he dejado de lado, también por falta de tiempo), ir al cine (al que he dejado de ir con la regularidad de antes, también por la excusa del tiempo), dibujar (no llegué practicarlo con regularidad, pero formó parte de mi ilusión adolecente de ser dibujante de historietas) y escuchar música (esto, debo decir, no lo he dejado nunca, sino cambiado un poco de bandas y géneros musicales, ¡aunque igual fui a ver Charly García ahora que vino a Lima!). Mucho tiempo después descubrí que también me hacía feliz escribir y, aunque no tengo la habilidad que quisiera, me hace definitivamente muy, pero muy dichoso. Esto también he dejado de hacer con la regularidad de hace un par de años.

Una vez, hace años ya, una querida amiga, que tenía el encanto de saber disfrutar de las cosas de una manera que yo admiraba, me dijo: “Mira las cosas que están a tu alrededor y sé feliz”. Se refería a eso, a disfrutar de las cosas simples de la vida que tengo alrededor mío, al alcance de mi mano. No tengo que escalar una enorme montaña para eso, tan solo la calzada de mi voluntad. No sé si podré hacer todo lo que quisiera, pero empezaré tomándome una noche a la semana para ir al cine y un par de horas del fin de semana para leer un buen comic del cúmulo de ellos, de buen calibre, que descansan en mi biblioteca. Sé que si el Señor puso esa capacidad de disfrute e interés en todas estas cosas, lo hizo para darme alegrías. Yo quiero hacer todas esas cosas otra vez, pero, a diferencia de antes, saber encontrarlo a Él en cada una de esas cosas. Saber que Él me dio esa capacidad de disfrute es un primer paso para empezar a encontrarlo también en ellas. Total, el Señor Jesús, como dice la Palabra, lo cubre todo en todo :)

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Es cierto, para ser feliz no hace falta sino dar el paso para disfrutar de aquello que nos gusta, de hecho hablando de aquellas cosas buenas y muchas veces simples que Dios nos regala con la vida. Nos la ha dado, para vivirla a plenitud donde quiera que estemos. Hay quienes sufren porque desesperan por alcanzar lo que quieren o porque desean lo que otros tienen, y se pierden de vista toda esa riqueza interior que el Creador depositó en sus propias almas. La vida, es a veces como ir a comer en un buen restaurante, eliges un buen menú y tienes dos opciones disfrutas lo que pediste o comes mirando el plato del comensal vecino imaginando como sería si... Nada más feliz que encontrar a un hombre que puede decir con tanta sencillez que es feliz ; sin complicaciones, sin celos, ni envidias, ni quejas ni rencores por lo que haya venido o no a su vida. Causas una enorme y sincera alegría con la gratitud de tu corazón hacia Dios y por esa decisión de compartir y disfrutar con Él y junto a Él todas aquellas cosas que tanto te agradan: tus gustos e intereses. Sólo así, a su lado, todo tiene razón de ser. Vivir de este modo es uno de los tesoros más grandes, has hecho una buena elección para tu vida (más que si tuvieras todo el oro del mundo). Tus líneas transmiten mucha paz al leerlas, como cuando hablas con un niño y con una sonrisa genuina y sin ninguna pose expresa lo que hay en su corazón. Comparto tu alegría porque quizás tus gustos por ciertas cosas coinciden con los míos; pero mucho más porque te entiendo después de haber pasado por muchas etapas de la mano de Dios, hasta llegar a un punto en el cual decidí también empezar a desear y a ser feliz con Él y sólo Él, entonces empecé a disfrutar con lo que Él había puesto dentro de mí.
Te envío un fuerte y sincero abrazo deseando que tu camino siga adelante y con excelencia.

Anónimo dijo...

A mi también me sucede que empiezo a caminar por calles que no conozco, no sé como entré menos como salir, pero disfruto esa trayectoria confusa porque es cuando descubro como una sorpresa cosas que no hubiera encontrado si hubiera tenido un mapa. Cada vez que viajaba hacía eso para ver a dónde me llevaba un sendero. Y conversar mientras se hace eso, por supuesto que es un incomparable placer, da la impresión que como el camino, la charla es infinita. Lindo post.

Anónimo dijo...

Me encanto!!!
No se sirva de mucho el comentar en lo que me inspiro.... Pero gracias!!

Carlos Tovar dijo...

Gracias a ti por leerme!
Carlos

Primo dijo...

Excelente post. Trasmites mucha paz y manifiestas la hermosa relación que tienes con Dios. Muy bien al decir "Sé que si el Señor puso esa capacidad de disfrute e interés en todas estas cosas, lo hizo para darme alegrías...encontrar a Dios, saber encontrarlo a Él en cada una de esas cosas. Saber que Él me dio esa capacidad de disfrute es un primer paso para empezar a encontrarlo también en ellas. Total, el Señor Jesús, como dice la Palabra, lo cubre todo en todo".
Bendiciones!!!