Me gustaría decir un par de cosas sobre esta película animada escrita y dirigida por Andrew Stanton (quien también escribió los guiones de Toy Story 1 y 2, Finding Nemo, Bug’s life y Monsters Inc.). Aunque dirigida principalmente al público infantil, es una película que merece ser vista por todos amantes del cine, principalmente por su primera media hora. Esta parte, que transcurre en un desértico planeta Tierra, es, para mi gusto, una joya bien elaborada.
Wall-E, un robot chatarrero, y una cucaracha son los únicos habitantes de un destruido y abandonado planeta Tierra, el cual luce inmensamente desolado. Wall-E se desplaza cada día entre los escombros de New York City para hacer cubos de chatarra y almacenarlos, cumpliendo religiosamente las labores para las que había sido creado. Resulta irónico que un robot y un animal, tan despreciado por cierto, sean los únicos que puedan, merced a sus recuerdos rodeados de nostalgia, dar testimonio de que la Tierra albergó vida en un pasado aparentemente no tan lejano.
En este punto es inevitable pensar en “Los largos años”, uno de los cuentos más bellos de “Crónicas Marcianas”, la excelente obra de Ray Bradbury. Al final de este cuento, sólo cuatro androides, una “mujer” y sus tres hijos, familia postiza de un científico de nombre Hathaway quien fallece casi al final de la historia, quedan como únicos “sobrevivientes” del planeta rojo, el cual había sido previamente desvastado por el afán colonizador del hombre.
Wall-E parece empezar donde termina “Los largos años”. Nos muestra la rutina de un robot chatarrero, quien a todas luces siente nostalgia de lo que alguna vez hubo en la Tierra, y cuya monótona actividad diaria es lo único que da vida a una ciudad en la que alguna vez millones y millones de sucesos acontecían paralelamente en un solo segundo. Durante la primera parte, lo mejor de la película, prácticamente no hay diálogo, salvo las pequeñas “conversaciones” entre el robot y el bicho, y luego Eve, la robot mujer,… La parte visual es también extraordinaria.
Esa primera parte me basta. Lo que sigue, es decir, cuando el robot deja el planeta Tierra, está dentro de lo que ya nos tiene acostumbrado Pixar: entrenamiento y fantasía. Diversión asegurada para los niños. Nada demasiado especial, por más que hayan referencias claras (y hasta musicales) a célebres películas de ciencia ficción como “2001: una Odisea del Espacio”…
Wall-E, un robot chatarrero, y una cucaracha son los únicos habitantes de un destruido y abandonado planeta Tierra, el cual luce inmensamente desolado. Wall-E se desplaza cada día entre los escombros de New York City para hacer cubos de chatarra y almacenarlos, cumpliendo religiosamente las labores para las que había sido creado. Resulta irónico que un robot y un animal, tan despreciado por cierto, sean los únicos que puedan, merced a sus recuerdos rodeados de nostalgia, dar testimonio de que la Tierra albergó vida en un pasado aparentemente no tan lejano.
En este punto es inevitable pensar en “Los largos años”, uno de los cuentos más bellos de “Crónicas Marcianas”, la excelente obra de Ray Bradbury. Al final de este cuento, sólo cuatro androides, una “mujer” y sus tres hijos, familia postiza de un científico de nombre Hathaway quien fallece casi al final de la historia, quedan como únicos “sobrevivientes” del planeta rojo, el cual había sido previamente desvastado por el afán colonizador del hombre.
Wall-E parece empezar donde termina “Los largos años”. Nos muestra la rutina de un robot chatarrero, quien a todas luces siente nostalgia de lo que alguna vez hubo en la Tierra, y cuya monótona actividad diaria es lo único que da vida a una ciudad en la que alguna vez millones y millones de sucesos acontecían paralelamente en un solo segundo. Durante la primera parte, lo mejor de la película, prácticamente no hay diálogo, salvo las pequeñas “conversaciones” entre el robot y el bicho, y luego Eve, la robot mujer,… La parte visual es también extraordinaria.
Esa primera parte me basta. Lo que sigue, es decir, cuando el robot deja el planeta Tierra, está dentro de lo que ya nos tiene acostumbrado Pixar: entrenamiento y fantasía. Diversión asegurada para los niños. Nada demasiado especial, por más que hayan referencias claras (y hasta musicales) a célebres películas de ciencia ficción como “2001: una Odisea del Espacio”…
No hay comentarios:
Publicar un comentario