Un gran amigo y especialista en ajedrez, James Alvis, acaba de publicar un libro sobre Julio Granda “Joyas ajedrecísticas de Julio Granda” con cerca de 160 partidas de torneo comentadas, de la ya larga carrera de Julio. La importancia del libro estriba no sólo porque cubre un vacío en la literatura ajedrecística, sino también porque brinda un excelente material de partidas comentadas y anécdotas incluidas para conocer muy de cerca el genio ajedrecístico de Granda. James ha tenido la gentileza de invitarme a hacer el prólogo de su libro y, aunque no haya ninguna razón que me califique para tal honor, terminé por aceptar ¿Cómo decir no a una invitación tan especial? Comparto el prólogo en cuestión. [Cualquier comentario o pedido pueden escribir al autor a libro_granda@yahoo.es].
La Grandeza de Julio
x Carlos Tovar
Julio Granda se hace conocido en el mundo a partir de 1981, cuando con la edad de trece años conquista el título de campeón mundial infantil de ajedrez en Mazatlán, México. Por entonces eran pocos, fuera del círculo de ajedrecistas, los que sabían de él, incluso en su misma patria, Perú, pero, en adelante, resultaría difícil encontrar un peruano que no conozca quién era Granda. Su fama, dentro y fuera de su país, creció con justificada razón merced a su talento para el ajedrez y dominio a nivel sudamericano y, posteriormente, a su consagración entre los cincuenta mejores jugadores del mundo. Llegó a ubicarse en el puesto 25 del ranking de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE).
Julio es un caso singular en la historia del ajedrez mundial. Debe muchísimo de lo que ha conseguido en este deporte a su enorme talento y poco o nada a su escasa devoción hacia él. A diferencia del resto de jugadores de élite, Julio nunca ha sido un devoto del ajedrez, ni se ha rendido ante él con apasionamiento. Parece mantener cierta distancia hacia el juego. Su entrega total a él parecería ocurrir sólo durante la partida, en la cual su concentración es total y su deseo de triunfo es desbordante. Pero, una vez acabada la partida, se aleja del juego nuevamente. Su aproximación a este bello juego es como la del amante que llega y, a la mañana siguiente, huye. Entrega lo mejor de sí en cada encuentro pero cuando éste termina sale huyendo, sin que nadie, ni siquiera una diosa como Caissa, sepa cuándo regresará.
El maestro internacional Oscar Quiñones, quien lo entrenó por algún tiempo, acompañándolo a torneos internacionales en los que Julio participaba siendo adolecente, comenta que Granda se entregaba de cuerpo y alma a cada partida, pero que una vez que ésta finalizaba, la partida parecía carecer de importancia para él. No mostraba, por ejemplo, mayor interés en conservar las planillas de sus partidas, las cuales dejaba olvidadas por cualquier lado. La partida que le importaba no era la que se jugó ni la que se iba a jugar, sino aquella que estaba jugando. Naturalmente tal actitud tiene dos grandes desventajas. La primera es que Julio no mostraba interés en estudiar sus partidas pasadas, sino, acaso, buscar soluciones sobre el tablero si se le aparecían posiciones que ya había jugado antes. La segunda es que, al no pensar en la partida de mañana, tampoco se motivaba para prepararse.
¿Por qué todo ese desdén hacia la preparación por parte de Julio? La explicación, aparentemente, está en su experiencia de niño con el ajedrez. Parece que desde pequeño, Julio desarrolló cierto rechazo a tener que prepararse para jugar al ajedrez. Su padre, consciente del enorme talento de su pequeño hijo, lo obligaba a entrenarse mientras sus hermanos iban a jugar al fútbol. La preparación para Julio, entonces, terminó de asociarse, probablemente, a un recuerdo negativo, a cierto grado de privación. Como consecuencia de ello, cuando creció, dio rienda suelta a su forma de enfrentar sus retos deportivos: confiar en su enorme talento.
Nada de lo anterior sería particularmente interesante a no ser que, pese a tener un entrenamiento deficiente, sus resultados no lo son. Julio tiene partidas notables y victorias resonantes las cuales le han ganado un lugar respetable en la palestra internacional. Su fuerza y calidad de juego es todo un misterio en el ajedrez. El mismísimo Bobby Fischer quedó impresionado del juego de Julio cuando Seirawan le mostró la partida que había perdido ante él en el Cuarto Torneo Internacional de Ajedrez “83 Aniversario de Miguel Najdorf” 1993 (ver partida 46). La novena jugada de Granda que implicaba un sorprendente sacrificio de pieza en plena apertura (9. Cxe5), encontrada sin duda por Julio sobre el tablero, dejó encantado a Bobby.
Como aquella partida contra Seirawan, Julio tiene muchas otras de maravillosa factura. Delicioso es uno de sus dos empates contra Anand (Gausdal, 1986), en la que ambos jugadores hacen gala de un preciso juego táctico (ver partida 10). Maravillosa es su partida contra Miles (Zagreb, 1987), en la que maniobra estupendamente con su pareja de alfiles, tal vez su más notable final (ver partida 14). Una obra de arte es, también, su partida contra Kamsky (Holanda, 1996) en la que Julio hace un derroche de su genio, que termina doblegando al americano en tan sólo 29 jugadas (ver partida 68). Uno de los aspectos más sorprendentes de esta victoria es que bate a Gata jugando una apertura que este último debía haber analizado hasta la saciedad cuando se preparaba para su encuentro contra Karpov, celebrado sólo unos pocos meses antes. Notable, también, es su victoria sobre Topalov (Forli, 1988) a quien superó largamente en el juego táctico (ver partida 16). Por otro lado, una muestra de su estilo batallador son sus largas y extenuantes partidas en busca de la victoria contra Lautier (Wijk aan Zee, 1997) y Ponomariov (Festival Ruy López, 2007), a quienes, luego de 88 y 78 movidas, respectivamente, obligó a inclinar sus reyes (ver partidas 74 y 116).
Cuando uno echa una mirada a su ya larga carrera, sabiendo de su escasa preparación, no deja de asombrarse que tenga scores favorables contra varios jugadores de élite como Korchnoi (3-1), Seirawan (2.5-0.5), Short (1-0), Van Wely (4.5-0.5), Nunn (2-0), Kamsky (2-1), Topalov (2-1), Morozevich (2-0), entre otros. Y que tenga score igualados contra Shirov (2.5-2.5), Ponomariov (1-1), Leko (0.5-0.5).
A nivel de competiciones, sus dos más sonadas victorias ocurrieron en Holanda. En 1995, comparte el primer lugar del Donner Inmemorial con Timman, delante de Judit Polgar, Shirov, Halifman, Morozevich, Salov, Piket, entre otros jugadores de élite. El año siguiente, volvió a obtener el primer lugar, compartiéndolo con Ivanchuk, y dejando atrás a jugadores de la talla de Kamsky, Salov, Piket, Timman y Morozevich.
Si Granda, estoy convencido de esto, hubiera nacido en la época de Lasker o Capablanca en la que aún se podía confiar 80% en el talento y 20% en la preparación, en tanto que la teoría ajedrecista era considerablemente menor a la actual, hubiera sido muy probablemente campeón mundial. Naturalmente, esto queda en el campo especulativo por lo que no ahondaré vanamente en argumentaciones. Lo que tenemos, por seguro, es a un genio desapasionado por la preparación, quien prefiere desplegar a mano limpia, a capela, su incomparable comprensión del ajedrez. Pura como un diamante en bruto.
He escuchado a muchos lamentarse de que Julio nunca se haya dedicado de cuerpo y alma al juego; que de otra manera hubiese llegado muchísimo más lejos. Yo creo que es un error pensar así. Julio es como es y así lo queremos y apreciamos. Así nos ha dado felicidad. Es un luchador de batallas presentes. Tal vez puede habernos privado contemplar mayores logros deportivos, pero no de su genio, puro y sin retoques. Menos de su arte. Nos ha permitido disfrutar del ajedrez de una manera sumamente valiosa, al ver toda su genialidad, en partidas que el lector encontrará en este maravilloso libro, desbordada ante un rival muchas veces menos talentoso, pero bien armado hasta los dientes. Y aun así, muchísimas veces, Julio ha sido capaz de vencer y repetir la historia de David frente a Goliat.
Este libro, escrito por James Alvis Tafur, un especialista en ajedrez, gran conocedor de partidas, encuentros, anécdotas y datos rebuscados que conforman el mundo del ajedrez, contiene una excelente selección de las partidas de Julio Granda, con oportunos comentarios y anécdotas incluidas. Este trabajo refleja la dedicación y minuciosidad del autor para revisar, analizar y comentar las partidas de este notable jugador que es Julio Granda. Se trata de una obra largamente esperada que, de seguro, será de lectura obligatoria para la nueva generación de jóvenes en formación ajedrecística, no sólo en Perú, sino en cualquier lugar donde se practique ajedrez. A través de este libro el lector podrá ver, de una manera integral, el juego de uno de los jugadores más talentosos del planeta, y sin duda el más grande ajedrecista que ha surgido en Sudamérica.
La Grandeza de Julio
x Carlos Tovar
Julio Granda se hace conocido en el mundo a partir de 1981, cuando con la edad de trece años conquista el título de campeón mundial infantil de ajedrez en Mazatlán, México. Por entonces eran pocos, fuera del círculo de ajedrecistas, los que sabían de él, incluso en su misma patria, Perú, pero, en adelante, resultaría difícil encontrar un peruano que no conozca quién era Granda. Su fama, dentro y fuera de su país, creció con justificada razón merced a su talento para el ajedrez y dominio a nivel sudamericano y, posteriormente, a su consagración entre los cincuenta mejores jugadores del mundo. Llegó a ubicarse en el puesto 25 del ranking de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE).
Julio es un caso singular en la historia del ajedrez mundial. Debe muchísimo de lo que ha conseguido en este deporte a su enorme talento y poco o nada a su escasa devoción hacia él. A diferencia del resto de jugadores de élite, Julio nunca ha sido un devoto del ajedrez, ni se ha rendido ante él con apasionamiento. Parece mantener cierta distancia hacia el juego. Su entrega total a él parecería ocurrir sólo durante la partida, en la cual su concentración es total y su deseo de triunfo es desbordante. Pero, una vez acabada la partida, se aleja del juego nuevamente. Su aproximación a este bello juego es como la del amante que llega y, a la mañana siguiente, huye. Entrega lo mejor de sí en cada encuentro pero cuando éste termina sale huyendo, sin que nadie, ni siquiera una diosa como Caissa, sepa cuándo regresará.
El maestro internacional Oscar Quiñones, quien lo entrenó por algún tiempo, acompañándolo a torneos internacionales en los que Julio participaba siendo adolecente, comenta que Granda se entregaba de cuerpo y alma a cada partida, pero que una vez que ésta finalizaba, la partida parecía carecer de importancia para él. No mostraba, por ejemplo, mayor interés en conservar las planillas de sus partidas, las cuales dejaba olvidadas por cualquier lado. La partida que le importaba no era la que se jugó ni la que se iba a jugar, sino aquella que estaba jugando. Naturalmente tal actitud tiene dos grandes desventajas. La primera es que Julio no mostraba interés en estudiar sus partidas pasadas, sino, acaso, buscar soluciones sobre el tablero si se le aparecían posiciones que ya había jugado antes. La segunda es que, al no pensar en la partida de mañana, tampoco se motivaba para prepararse.
¿Por qué todo ese desdén hacia la preparación por parte de Julio? La explicación, aparentemente, está en su experiencia de niño con el ajedrez. Parece que desde pequeño, Julio desarrolló cierto rechazo a tener que prepararse para jugar al ajedrez. Su padre, consciente del enorme talento de su pequeño hijo, lo obligaba a entrenarse mientras sus hermanos iban a jugar al fútbol. La preparación para Julio, entonces, terminó de asociarse, probablemente, a un recuerdo negativo, a cierto grado de privación. Como consecuencia de ello, cuando creció, dio rienda suelta a su forma de enfrentar sus retos deportivos: confiar en su enorme talento.
Nada de lo anterior sería particularmente interesante a no ser que, pese a tener un entrenamiento deficiente, sus resultados no lo son. Julio tiene partidas notables y victorias resonantes las cuales le han ganado un lugar respetable en la palestra internacional. Su fuerza y calidad de juego es todo un misterio en el ajedrez. El mismísimo Bobby Fischer quedó impresionado del juego de Julio cuando Seirawan le mostró la partida que había perdido ante él en el Cuarto Torneo Internacional de Ajedrez “83 Aniversario de Miguel Najdorf” 1993 (ver partida 46). La novena jugada de Granda que implicaba un sorprendente sacrificio de pieza en plena apertura (9. Cxe5), encontrada sin duda por Julio sobre el tablero, dejó encantado a Bobby.
Como aquella partida contra Seirawan, Julio tiene muchas otras de maravillosa factura. Delicioso es uno de sus dos empates contra Anand (Gausdal, 1986), en la que ambos jugadores hacen gala de un preciso juego táctico (ver partida 10). Maravillosa es su partida contra Miles (Zagreb, 1987), en la que maniobra estupendamente con su pareja de alfiles, tal vez su más notable final (ver partida 14). Una obra de arte es, también, su partida contra Kamsky (Holanda, 1996) en la que Julio hace un derroche de su genio, que termina doblegando al americano en tan sólo 29 jugadas (ver partida 68). Uno de los aspectos más sorprendentes de esta victoria es que bate a Gata jugando una apertura que este último debía haber analizado hasta la saciedad cuando se preparaba para su encuentro contra Karpov, celebrado sólo unos pocos meses antes. Notable, también, es su victoria sobre Topalov (Forli, 1988) a quien superó largamente en el juego táctico (ver partida 16). Por otro lado, una muestra de su estilo batallador son sus largas y extenuantes partidas en busca de la victoria contra Lautier (Wijk aan Zee, 1997) y Ponomariov (Festival Ruy López, 2007), a quienes, luego de 88 y 78 movidas, respectivamente, obligó a inclinar sus reyes (ver partidas 74 y 116).
Cuando uno echa una mirada a su ya larga carrera, sabiendo de su escasa preparación, no deja de asombrarse que tenga scores favorables contra varios jugadores de élite como Korchnoi (3-1), Seirawan (2.5-0.5), Short (1-0), Van Wely (4.5-0.5), Nunn (2-0), Kamsky (2-1), Topalov (2-1), Morozevich (2-0), entre otros. Y que tenga score igualados contra Shirov (2.5-2.5), Ponomariov (1-1), Leko (0.5-0.5).
A nivel de competiciones, sus dos más sonadas victorias ocurrieron en Holanda. En 1995, comparte el primer lugar del Donner Inmemorial con Timman, delante de Judit Polgar, Shirov, Halifman, Morozevich, Salov, Piket, entre otros jugadores de élite. El año siguiente, volvió a obtener el primer lugar, compartiéndolo con Ivanchuk, y dejando atrás a jugadores de la talla de Kamsky, Salov, Piket, Timman y Morozevich.
Si Granda, estoy convencido de esto, hubiera nacido en la época de Lasker o Capablanca en la que aún se podía confiar 80% en el talento y 20% en la preparación, en tanto que la teoría ajedrecista era considerablemente menor a la actual, hubiera sido muy probablemente campeón mundial. Naturalmente, esto queda en el campo especulativo por lo que no ahondaré vanamente en argumentaciones. Lo que tenemos, por seguro, es a un genio desapasionado por la preparación, quien prefiere desplegar a mano limpia, a capela, su incomparable comprensión del ajedrez. Pura como un diamante en bruto.
He escuchado a muchos lamentarse de que Julio nunca se haya dedicado de cuerpo y alma al juego; que de otra manera hubiese llegado muchísimo más lejos. Yo creo que es un error pensar así. Julio es como es y así lo queremos y apreciamos. Así nos ha dado felicidad. Es un luchador de batallas presentes. Tal vez puede habernos privado contemplar mayores logros deportivos, pero no de su genio, puro y sin retoques. Menos de su arte. Nos ha permitido disfrutar del ajedrez de una manera sumamente valiosa, al ver toda su genialidad, en partidas que el lector encontrará en este maravilloso libro, desbordada ante un rival muchas veces menos talentoso, pero bien armado hasta los dientes. Y aun así, muchísimas veces, Julio ha sido capaz de vencer y repetir la historia de David frente a Goliat.
Este libro, escrito por James Alvis Tafur, un especialista en ajedrez, gran conocedor de partidas, encuentros, anécdotas y datos rebuscados que conforman el mundo del ajedrez, contiene una excelente selección de las partidas de Julio Granda, con oportunos comentarios y anécdotas incluidas. Este trabajo refleja la dedicación y minuciosidad del autor para revisar, analizar y comentar las partidas de este notable jugador que es Julio Granda. Se trata de una obra largamente esperada que, de seguro, será de lectura obligatoria para la nueva generación de jóvenes en formación ajedrecística, no sólo en Perú, sino en cualquier lugar donde se practique ajedrez. A través de este libro el lector podrá ver, de una manera integral, el juego de uno de los jugadores más talentosos del planeta, y sin duda el más grande ajedrecista que ha surgido en Sudamérica.
3 comentarios:
Recuerdo a Julio Granda, por los comentarios de mi padre si era aficionado al ajedrez, que bueno que se le haga honor a través de este libro.
Comparto tu opinión sobre el hecho de que debemos aceptar al deportista y su talento hasta donde nos quiera llevar con sus logros, por lo menos podemos admirar ese genio innato.
Julio es lo que es y así se le quiere!
Felicidades!!! y bueno si el autor te consideró para hacer el prólogo de su libro, es porque considera que eres la persona idonea,y creo que lo haz hecho excelente. La idea de un Prologo al menos para mi, es hacer de una obra algo interesante que logre en el lector no solo la curiosidad de leerlo sino el deseo de culminar el libro y creo lograste el objetivo, ya que tus lineas llaman a aquellos que están interesados en el tema a no solo querer saber de Julio Granda sino de aprender de sus vivencias y victorias.
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