x Carlos Tovar
Marjane Satripi, nacida en 1969 en Rasht, Irán, es uno de esos pocos casos de dibujantes de historietas mujeres cuya fama ha traspasado las fronteras de los países y océanos.
Persépolis (2002), la más famosa de sus obras, es una excelente autobiografía de su niñez en Irán. Esta historieta, sin duda una de las más formidables de los últimos años, constituye la visión de una sociedad tan compleja como la iraní de los 70s, contemplada a través de los ojos de una inteligente niña (Marji). Esa niña que poco alcanza a entender el convulsionado momento histórico que atraviesa su país durante la Revolución Islámica, y cuya familia vive en carne propia lo que significó la transformación de la sociedad iraní a raíz de esa revolución.
La obra de Satrapi es muy cítrica de los efectos que tuvo en Irán la Revolución Islámica, lo que ha generado mucho malestar en el gobierno de Irán y en los seguidores de esa revolución. Pero, más allá de su crítica o rechazo a la Revolución Islámica, lo que realmente importa es cómo la historieta recrea, de manera muy dramática, el impacto que un drástico cambio político, social y cultural, de la ideología que sea, tiene en la vida de una familia. Las innegables diferencias culturales quedan de lado para mostrarnos a una familia (la de Marji) que tiene mucho más en común con cualquier familia occidental de lo que uno puede esperar. O al menos muchísimo más de lo que el mundo mediático occidental nos cuenta. La historia de la familia de Satrapi puede ser la historia de una familia latinoamericana en una época convulsionada. Y épocas así no han faltado en este lado del mundo.
Las ilustraciones –todas ellas en blanco y negro– están hechas con un estilo bastante sencillo, pero sumamente expresivo. Tienen mucho parecido a las ilustraciones de libros para niños (lo cual no es casual dado que Satrapi solía dibujar historietas para niños), lo que le va perfectamente bien a la historia, al ser precisamente una niña la protagonista. Esa niña que –inteligentísima como Mafalda, pero menos maliciosa y pesimista– nos desarma con su inocencia, agudeza y esperanza.
Persépolis, además de contar con una excelente segunda parte, (Persepolis 2, 2004), ha sido llevada al cine, dirigida por la propia Satrapi y por Vincent Paronnaud. El film animado fue presentado en el Festival de Cannes del 2007 y nominado a la Palma de Oro. Aunque no ganó la Palma de Oro, se llevó el Premio del Jurado. Atención a su estreno.
Marjane Satripi, nacida en 1969 en Rasht, Irán, es uno de esos pocos casos de dibujantes de historietas mujeres cuya fama ha traspasado las fronteras de los países y océanos.
Persépolis (2002), la más famosa de sus obras, es una excelente autobiografía de su niñez en Irán. Esta historieta, sin duda una de las más formidables de los últimos años, constituye la visión de una sociedad tan compleja como la iraní de los 70s, contemplada a través de los ojos de una inteligente niña (Marji). Esa niña que poco alcanza a entender el convulsionado momento histórico que atraviesa su país durante la Revolución Islámica, y cuya familia vive en carne propia lo que significó la transformación de la sociedad iraní a raíz de esa revolución.
La obra de Satrapi es muy cítrica de los efectos que tuvo en Irán la Revolución Islámica, lo que ha generado mucho malestar en el gobierno de Irán y en los seguidores de esa revolución. Pero, más allá de su crítica o rechazo a la Revolución Islámica, lo que realmente importa es cómo la historieta recrea, de manera muy dramática, el impacto que un drástico cambio político, social y cultural, de la ideología que sea, tiene en la vida de una familia. Las innegables diferencias culturales quedan de lado para mostrarnos a una familia (la de Marji) que tiene mucho más en común con cualquier familia occidental de lo que uno puede esperar. O al menos muchísimo más de lo que el mundo mediático occidental nos cuenta. La historia de la familia de Satrapi puede ser la historia de una familia latinoamericana en una época convulsionada. Y épocas así no han faltado en este lado del mundo.
Las ilustraciones –todas ellas en blanco y negro– están hechas con un estilo bastante sencillo, pero sumamente expresivo. Tienen mucho parecido a las ilustraciones de libros para niños (lo cual no es casual dado que Satrapi solía dibujar historietas para niños), lo que le va perfectamente bien a la historia, al ser precisamente una niña la protagonista. Esa niña que –inteligentísima como Mafalda, pero menos maliciosa y pesimista– nos desarma con su inocencia, agudeza y esperanza.
Persépolis, además de contar con una excelente segunda parte, (Persepolis 2, 2004), ha sido llevada al cine, dirigida por la propia Satrapi y por Vincent Paronnaud. El film animado fue presentado en el Festival de Cannes del 2007 y nominado a la Palma de Oro. Aunque no ganó la Palma de Oro, se llevó el Premio del Jurado. Atención a su estreno.
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