lunes, 25 de marzo de 2013

Lo que Jesús es...



Quién es Jesús, según la Palabra…

Nada de lo que ves; ningún cuerpo celeste por grande o lejano que sea o esté; ni los colores del atardecer, que dan la impresión de no tener espesura, tan solo belleza; ni los rayos de luz que cruzan el universo a una velocidad impresionante, inimaginable; ni el sonido que se desplaza a través del espacio; nada de nada se sostiene sin Él. Nada, porque a través de Él fue creado todo lo que existe y todo vino a ser a través suyo (Juan 1:3).

No te afanes si alguna puerta se cierra ante ti o una que esperas no se abre porque Él es quien cierra y nadie abre o abre y nadie cierra (Apocalipsis 3:7). Descansa en eso.

Jamás te sientas solo o pienses que llegaste a tu fin. Él es el primero y el último, el alfa y omega (Apocalipsis 1:8). Él ha estado presente desde el primer día de tu vida, e incluso antes, cuando eras solo un pensamiento en su eternidad. Estuviste en sus planes desde antes de que todo lo que ves existiera y estará presente en el último de tus días también, y aun después, porque estará contigo en la eternidad. Y no pretendas vivir al margen de Él porque no lo conseguirás o si pretendes que lo has conseguido serás, tarde o temprano, irremediablemente infeliz porque no fuiste creado para ser feliz de otra manera que no sea permaneciendo en Él (Juan 15:5). Recuerda que Jesús lo llena todo en todo (Efesios 1:23).

No intentes perfeccionar tu fe sin Él. Mira la cruz, piensa en su resurrección, visualiza la tumba vacía como la vieron muchos testigos. Escucha sus palabras. Escúchalo porque Él es la Palabra de Dios encarnada, pre-existente y eterna. Él es el autor y consumador de nuestra fe (Hebreos 12:2).

Él es todo lo que cuentan los Evangelios, lo que anunciaron los profetas desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Es quien nació en un pesebre y anduvo con 12 apóstoles. Es quien fue crucificado y resucitó al tercer día. Y ascendió. Es quien se le apareció a Pablo camino a Damasco convirtiendo, así, a un asesino de cristianos en alguien capaz de exponer su propia vida por causa del Evangelio. Es quien oró al Padre por sus enemigos cuando éstos le estaban quitando la vida en la cruz. Es quien hizo milagros, enseñó de día y noche y anduvo entre nosotros. Es el nombre por sobre todo nombre y ante quien toda rodilla se doblará y confesará que Él es el Señor (Filipenses 2:10).

Es eso y mucho más, pero piensa principalmente en esto: Él es quien, sobre sus ovejas, dijo “nadie podrá arrebatármelas de la mano” (Juan 10:28). Nadie es nadie. Nadie ni nada. Nadie ni nada. Repítelo hasta que se te grabe y seas absolutamente consciente de lo que eso significa. Podemos descansar en esa verdad…

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