(Tira de Liniers)
Se fue el año 2011 en un abrir y cerrar de ojos. Me resulta difícil caracterizarlo en relación a mi persona porque fue un año de muchas actividades, de trabajo, de dictado de clases, de estudio en el Seminario y en la red de hombres de Camino, de servicio, de lectura. También fue un año de dormir poco, de acostarme más de la 1 am y levantarme antes de las 7 am; de salir corriendo de aquí para allá; de no poder ver a toda gente que quería ver, mis viejos amigos, especialmente; y de pasar más tiempo con nuevos amigos. Fue un año de conocer a mi mentor y a su esposa, de aprender de ellos, de quererlos cada vez más. Fue, también, un año de encantos y desencantos, como suele suceder. ¿Cómo, a partir de todo ello, describir lo que fue para mí el 2011? Lo más cercano que encuentro para describirlo es que fue un año de mucho aprendizaje. En todo sentido. Es decir, ¡fue un gran año!
En 2012 terminaré los cursos de la red. Los dos primeros años se fueron volando. Recuerdo bien aquel mediodía del 2009 que salía del culto de Camino y un buen hombre se me acercó y me invitó a tomar el curso de la red. Totalmente descreído acepté a tomarlo y ahora, en perspectiva, veo que fue una bendición. Hasta entonces iba sólo una vez por mes a Camino porque me congregaba en otra iglesia. El curso de la red me terminó jalando a Camino. Fue un punto de inflexión en mi vida. Otro más. Este 2012, también, empezaré la segunda mitad del Seminario. Me entusiasma poder decir, hoy ya en el 2012, “el próximo año termino el Seminario”, y entrar en cuenta regresiva.
¿Y qué (más) quisiera hacer este 2012, así, sin pensar en un orden especial? Mil cosas, desde luego, pero se me viene a la mente que quisiera caminar más. Amo caminar, solo o en compañía. Encuentro que es un buen momento para reflexionar. Muchas de las decisiones que he tomado en mi vida han venido a mi mente en momentos que he estado caminando. Me encanta sentir la libertad de trasportarme por mis medios, sin depender de ningún tipo de vehículo para hacerlo. Me gusta estar entre tierra y cielo, no entre el asiento de un auto y un techo… Quisiera leer más, empezando por varios libros que por ahora reposan tranquilamente en mi biblioteca, y, desde luego, todo el cúmulo de historietas de buen calibre que he comprado en los últimos 3 años y no he podido leer aún (ahí descansan nuevas cosas de Giménez, David B, Spiegelman, Satrapi, etc). Tengo, también, un par de novelas que dejé a medias y quisiera terminar… Quisiera, también, volver a jugar al ajedrez. Jugar, si no como antes, al menos con parte del entusiasmo que alguna vez tuve... Quisiera volver a ir al cine religiosamente. Ver todo aquello que me he perdido en los últimos años por falta de tiempo y cartelera (¡qué mala es la cartelera de Lima!, cuando hay tiempo no hay buenas películas, y cuando las hay, no hay tiempo)… Quisiera dibujar y empezar, al fin, un curso de dibujo, que he postergado por años tan largos, prácticamente desde que me volví en un coleccionista de historietas… Quisiera dormir más, tomar siestas más a menudo, hundirme religiosamente en una buena siesta cada sábado y domingo. Me están haciendo tanto bien últimamente… Quisiera, asimismo, darme el tiempo para escribir, que es un hábito que hago regularmente desde por lo menos hace 7 años, cuando descubrí que, aunque carecía de la habilidad para hacerlo, me gustaba sobremanera (quizás la razón de este pos muy largo) porque me ayuda a ordenar mis ideas, a expresar y visualizar mejor las cosas que llaman mi atención.
Todos estos quisieras son algunas cosas que deseo hacer, pero no son, definitivamente, las más importantes que espero en mi vida este año, sino aquellas sobre las que tengo cierto control. Digo esto porque las cosas más importantes en nuestras vidas escapan, irónicamente, al control de nuestras manos. Si pensamos en los hechos más trascendentes de nuestras vidas, como quiénes son nuestros padres, dónde nacemos, cuándo nacemos, cuándo morimos, quiénes son nuestros hermanos, vemos que tenemos tanto control de ellos como de la rotación de la Tierra. Cuando pienso en mi vida veo, asimismo, que las circunstancias que rodearon la mayor parte de los sucesos más importantes de ella han surgido de aspectos totalmente fuera de mi control. Tenemos mucho menos control sobre varios aspectos de nuestras vidas del que solemos presumir. Así, compruebo lo cierto que es de que no hay de qué afanarse. Lo único que podemos hacer es estar preparados para tomar decisiones acertadas en los momentos clave de nuestras vidas, en medio de esas circunstancias. El Señor hace todo lo demás.
Imagino que cualquier lector que precie su tiempo ya hace líneas atrás dejó de leer, pero continuo, con un deseo final. No sé qué ilusiones o desilusiones me deparará el 2012, no sé qué nuevas personas conoceré o quiénes de la gente que ahora forma parte de mi entorno queden atrás, como ha pasado antes y suele pasar en la vida de todos, pero espero todo con la misma actitud que he tendido en mis últimos años, sabiendo que, en medio de todo, el Señor está a mi lado. Aun cuando durante mucho tiempo hice todo por ignorarlo, Jesús me ha acompañado, a través de las palabras de mis hermanas, especialmente, desde que a los 14 años leí los evangelios. Entonces quedé seducido por aquél personaje de una lucidez intelectual que dejaba sin respuesta a sus interlocutores y poseía una sencillez de corazón extrema. Jesús fue la primera persona que supe que no discriminaba a nadie, a ningún nivel, y amaba a quienes se suponía debía guardar rencor. Un personaje lleno de amor, inteligencia y carácter. Alguien definitivamente único. Ahora, cada vez que me afano o preocupo por algo, pensar en Él me trae una paz que sobrepasa todo entendimiento (!). Pienso que ninguno de mis quisieras tienen la más mínima importancia si Él está ausente. Así, pensando seriamente, el único quisiera con el que me quedaría, no es uno para este 2012, sino para el último día de mi vida, aquel con el que podré mirar todo lo que habrá sido mi vida hasta entonces y poder decir lo mismo que dijo Pablo en una de sus cartas “he peleado la buena batalla, he terminado la carrera, me he mantenido en la fe”. Sé que no es poca cosa. Lo es todo y por eso lo anhelo de todo corazón.
En 2012 terminaré los cursos de la red. Los dos primeros años se fueron volando. Recuerdo bien aquel mediodía del 2009 que salía del culto de Camino y un buen hombre se me acercó y me invitó a tomar el curso de la red. Totalmente descreído acepté a tomarlo y ahora, en perspectiva, veo que fue una bendición. Hasta entonces iba sólo una vez por mes a Camino porque me congregaba en otra iglesia. El curso de la red me terminó jalando a Camino. Fue un punto de inflexión en mi vida. Otro más. Este 2012, también, empezaré la segunda mitad del Seminario. Me entusiasma poder decir, hoy ya en el 2012, “el próximo año termino el Seminario”, y entrar en cuenta regresiva.
¿Y qué (más) quisiera hacer este 2012, así, sin pensar en un orden especial? Mil cosas, desde luego, pero se me viene a la mente que quisiera caminar más. Amo caminar, solo o en compañía. Encuentro que es un buen momento para reflexionar. Muchas de las decisiones que he tomado en mi vida han venido a mi mente en momentos que he estado caminando. Me encanta sentir la libertad de trasportarme por mis medios, sin depender de ningún tipo de vehículo para hacerlo. Me gusta estar entre tierra y cielo, no entre el asiento de un auto y un techo… Quisiera leer más, empezando por varios libros que por ahora reposan tranquilamente en mi biblioteca, y, desde luego, todo el cúmulo de historietas de buen calibre que he comprado en los últimos 3 años y no he podido leer aún (ahí descansan nuevas cosas de Giménez, David B, Spiegelman, Satrapi, etc). Tengo, también, un par de novelas que dejé a medias y quisiera terminar… Quisiera, también, volver a jugar al ajedrez. Jugar, si no como antes, al menos con parte del entusiasmo que alguna vez tuve... Quisiera volver a ir al cine religiosamente. Ver todo aquello que me he perdido en los últimos años por falta de tiempo y cartelera (¡qué mala es la cartelera de Lima!, cuando hay tiempo no hay buenas películas, y cuando las hay, no hay tiempo)… Quisiera dibujar y empezar, al fin, un curso de dibujo, que he postergado por años tan largos, prácticamente desde que me volví en un coleccionista de historietas… Quisiera dormir más, tomar siestas más a menudo, hundirme religiosamente en una buena siesta cada sábado y domingo. Me están haciendo tanto bien últimamente… Quisiera, asimismo, darme el tiempo para escribir, que es un hábito que hago regularmente desde por lo menos hace 7 años, cuando descubrí que, aunque carecía de la habilidad para hacerlo, me gustaba sobremanera (quizás la razón de este pos muy largo) porque me ayuda a ordenar mis ideas, a expresar y visualizar mejor las cosas que llaman mi atención.
Todos estos quisieras son algunas cosas que deseo hacer, pero no son, definitivamente, las más importantes que espero en mi vida este año, sino aquellas sobre las que tengo cierto control. Digo esto porque las cosas más importantes en nuestras vidas escapan, irónicamente, al control de nuestras manos. Si pensamos en los hechos más trascendentes de nuestras vidas, como quiénes son nuestros padres, dónde nacemos, cuándo nacemos, cuándo morimos, quiénes son nuestros hermanos, vemos que tenemos tanto control de ellos como de la rotación de la Tierra. Cuando pienso en mi vida veo, asimismo, que las circunstancias que rodearon la mayor parte de los sucesos más importantes de ella han surgido de aspectos totalmente fuera de mi control. Tenemos mucho menos control sobre varios aspectos de nuestras vidas del que solemos presumir. Así, compruebo lo cierto que es de que no hay de qué afanarse. Lo único que podemos hacer es estar preparados para tomar decisiones acertadas en los momentos clave de nuestras vidas, en medio de esas circunstancias. El Señor hace todo lo demás.
Imagino que cualquier lector que precie su tiempo ya hace líneas atrás dejó de leer, pero continuo, con un deseo final. No sé qué ilusiones o desilusiones me deparará el 2012, no sé qué nuevas personas conoceré o quiénes de la gente que ahora forma parte de mi entorno queden atrás, como ha pasado antes y suele pasar en la vida de todos, pero espero todo con la misma actitud que he tendido en mis últimos años, sabiendo que, en medio de todo, el Señor está a mi lado. Aun cuando durante mucho tiempo hice todo por ignorarlo, Jesús me ha acompañado, a través de las palabras de mis hermanas, especialmente, desde que a los 14 años leí los evangelios. Entonces quedé seducido por aquél personaje de una lucidez intelectual que dejaba sin respuesta a sus interlocutores y poseía una sencillez de corazón extrema. Jesús fue la primera persona que supe que no discriminaba a nadie, a ningún nivel, y amaba a quienes se suponía debía guardar rencor. Un personaje lleno de amor, inteligencia y carácter. Alguien definitivamente único. Ahora, cada vez que me afano o preocupo por algo, pensar en Él me trae una paz que sobrepasa todo entendimiento (!). Pienso que ninguno de mis quisieras tienen la más mínima importancia si Él está ausente. Así, pensando seriamente, el único quisiera con el que me quedaría, no es uno para este 2012, sino para el último día de mi vida, aquel con el que podré mirar todo lo que habrá sido mi vida hasta entonces y poder decir lo mismo que dijo Pablo en una de sus cartas “he peleado la buena batalla, he terminado la carrera, me he mantenido en la fe”. Sé que no es poca cosa. Lo es todo y por eso lo anhelo de todo corazón.
7 comentarios:
otros aún quieren...
cada día deseamos muchas cosas y al final del día nos damos cuenta que necesitamos de alguien o algo más fuerte para poder continuar.
Al igual que Moisés que dijo que prefería quedar en el desierto, si Jehová no iba con El (cuando el Señor le dijo que los llevaba a la tierra prometida pero que EL no entraría con ellos por la actitud rebelde del pueblo) No hay mejor lugar para quedarse que aquel donde su presencia reposa. Bendiciones de parte de una hermanita en Cristo
Ese alguien, que necesitamos para seguir, es Dios, quien lo llena todo en todo. Bendiciones para ti también!
Muy interesante, y si, estoy de acuerdo contigo, de que ese alguien, es Dios y siempre será Dios, y nuestros quisieras deben de ir siempre de la mano de Dios.Bendiciones!!!
Dios nos da esa confianza interior aún cuando hay una tormenta a nuestro alrededor, sabemos que con El tenemos asegurada la calma. Confianza y seguridad.
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