Un amigo se preguntaba, medio sorprendido, por qué casi no había lectores de historietas mujeres. Durante su estadía en la Feria Nacional del Libro de Lima 2009, Ariel Olivetti daba una interesante explicación de que las mujeres eran menos susceptibles a las imágenes, a lo visual, en comparación con los hombres, explicación que, sin embargo, no comparto del todo. Y no estoy de acuerdo porque, por poner un ejemplo, encuentro más mujeres que hombres que se sienten atraídas hacia la pintura o el cine. Además, porque la historieta no es sólo imágenes sino argumento, drama, historia. Habría, creo yo, que ensayar otra explicación y antes, incluso, comprobar si en realidad las mujeres lectoras de historietas son tan pocas. En mi experiencia personal sólo puedo decir que la mayor de mis sobrinas ha heredado mi fascinación por las historietas, mas no mis sobrinos, y que una de las personas más acuciosas y conocedoras de historietas que conozco es una mujer, gracias a quien he conocido una serie de historietas notables que tenía fuera de mi radar. Una de estas historietas es, como para darle mayor significado a lo que hablo, un estupendo cómic autobiográfico escrito y dibujado por una mujer, Marisa Acocella, titulado Cancer Vixen.
Cancer Vixen es una historieta autobiográfica, en la cual su neoyorquina protagonista de 43 años, -cartonista de The New Yorker, New York Times, y Glamour magazine-, la propia Marisa Acocella, repentinamente se ve enfrentada, a sólo tres semanas antes de casarse, a una cruda realidad: descubre que tiene cáncer de mama. A partir de ahí todo en la historieta es intenso. Las emociones de la protagonista son narradas con una enorme sensibilidad (іla de la propia protagonista!) y con una competencia impresionante que, me atrevería a decir, suelen ser, generalmente, mejor captadas por mujeres que por hombres.
Hay una enorme riqueza no sólo en cómo transcurren los hechos en la vida de Acocella sino también, y principalmente, en cómo trascurren sus pensamientos y emociones, los cuales son tanto o más intensos que los hechos de la vida misma. No se trata sólo de lo que vive la protagonista, sino de cómo lo vive. A la tragedia de conocer la terrible noticia le sigue el desaliento, la depresión, la renuncia a ciertos sueños y la desesperanza; y a éstos, el valor, la energía y los deseos de vivir. A todo ello se sobrepone un enorme aprecio por la vida y el amor de Silvano Marchetto, su amigo y compañero fiel en toda circunstancia, (de quien uno podría llegar a pensar que no existe, que es parte de la ficción que se ha permitido la autora para narrar su biografía y hacerla menos pesada, a no ser que el tal Silvano sí existe y tiene un restaurante italiano en el centro de Manhattan llamado Da Silvano). Como resultado de todo esto, la historieta, lejos de tener un tono gris (lo digo en sentido literal y figurado), está llena de colorido, de esperanza, de deseos de vivir. De una lucha por la vida. (Antes de que llegue la historieta a mis manos, yo había esperado encontrarme con un libro de tonos grises, menos con el que tenía al frente mío, uno lleno de colores rojos, rosados, amarillos, etc., pintando viñetas que más parecían captar imágenes de una fiesta para niños).
La cruda realidad que le significó saber que tenía cáncer le permitió a Acocella valorar la vida y a sus seres queridos, incluida su pintoresca madre. Enfrentarse a la muerte, nos dice Marisa Acocella, fue una experiencia “que me ha cambiado para siempre”. “Soy aún más afortunada de lo que piensan” dice también Acocella, para dejar en claro cómo esta tragedia le hizo sacar lo mejor de sí misma, como su sentido de solidaridad. En efecto, Acocella cuenta que, mientras escribía su memoria gráfica, supo que el 49% de las mujeres que eran diagnosticadas con cáncer de mama y no tenían seguro médico tenían un mayor riesgo de morir por este mal, dado que el costo del tratamiento era de 200 mil dólares. Conocer esa cruda realidad (que afortunadamente para ella no fue la suya, porque su esposo, sin que ella lo supiera, la había incluido en un seguro médico) la llevó a establecer la Fundación Cáncer Vixen, para ayudar a mujeres que padecen esta enfermedad y que no cuentan con un seguro. Los lectores podemos decir, también, que gracias a esa “tragedia” Acocella nos ha regalado una de las mejores historietas autobiográficas de los últimos años.
Cancer Vixen es una historieta autobiográfica, en la cual su neoyorquina protagonista de 43 años, -cartonista de The New Yorker, New York Times, y Glamour magazine-, la propia Marisa Acocella, repentinamente se ve enfrentada, a sólo tres semanas antes de casarse, a una cruda realidad: descubre que tiene cáncer de mama. A partir de ahí todo en la historieta es intenso. Las emociones de la protagonista son narradas con una enorme sensibilidad (іla de la propia protagonista!) y con una competencia impresionante que, me atrevería a decir, suelen ser, generalmente, mejor captadas por mujeres que por hombres.
Hay una enorme riqueza no sólo en cómo transcurren los hechos en la vida de Acocella sino también, y principalmente, en cómo trascurren sus pensamientos y emociones, los cuales son tanto o más intensos que los hechos de la vida misma. No se trata sólo de lo que vive la protagonista, sino de cómo lo vive. A la tragedia de conocer la terrible noticia le sigue el desaliento, la depresión, la renuncia a ciertos sueños y la desesperanza; y a éstos, el valor, la energía y los deseos de vivir. A todo ello se sobrepone un enorme aprecio por la vida y el amor de Silvano Marchetto, su amigo y compañero fiel en toda circunstancia, (de quien uno podría llegar a pensar que no existe, que es parte de la ficción que se ha permitido la autora para narrar su biografía y hacerla menos pesada, a no ser que el tal Silvano sí existe y tiene un restaurante italiano en el centro de Manhattan llamado Da Silvano). Como resultado de todo esto, la historieta, lejos de tener un tono gris (lo digo en sentido literal y figurado), está llena de colorido, de esperanza, de deseos de vivir. De una lucha por la vida. (Antes de que llegue la historieta a mis manos, yo había esperado encontrarme con un libro de tonos grises, menos con el que tenía al frente mío, uno lleno de colores rojos, rosados, amarillos, etc., pintando viñetas que más parecían captar imágenes de una fiesta para niños).
La cruda realidad que le significó saber que tenía cáncer le permitió a Acocella valorar la vida y a sus seres queridos, incluida su pintoresca madre. Enfrentarse a la muerte, nos dice Marisa Acocella, fue una experiencia “que me ha cambiado para siempre”. “Soy aún más afortunada de lo que piensan” dice también Acocella, para dejar en claro cómo esta tragedia le hizo sacar lo mejor de sí misma, como su sentido de solidaridad. En efecto, Acocella cuenta que, mientras escribía su memoria gráfica, supo que el 49% de las mujeres que eran diagnosticadas con cáncer de mama y no tenían seguro médico tenían un mayor riesgo de morir por este mal, dado que el costo del tratamiento era de 200 mil dólares. Conocer esa cruda realidad (que afortunadamente para ella no fue la suya, porque su esposo, sin que ella lo supiera, la había incluido en un seguro médico) la llevó a establecer la Fundación Cáncer Vixen, para ayudar a mujeres que padecen esta enfermedad y que no cuentan con un seguro. Los lectores podemos decir, también, que gracias a esa “tragedia” Acocella nos ha regalado una de las mejores historietas autobiográficas de los últimos años.
3 comentarios:
Gracias por el dato, con lo que escribes, provoca leerla. Espero hacerlo algún día. Soy mujer y también me gustan las historietas.
Felicidades,
Mary
Gracias Mary,
Justo de eso se trata, de que la gente se anime a leer este gran cómic!
Carlos
HOLA, LEI TUS COMENTARIOS SOBRE HISTORIETAS, SIEMPRE VOY CAMINANDO Y VOY "HISTORIETANDO" TODO LO QUE ME PASA O PASA A MIS AMIGOS, QUISIERA EMPEZAR A HACER HISTORIETAS (DE NIÑA LAS DIBUJABA EN UN BLOCK) PERO NO SE COMO EMPEZAR. SE ME OCURRE COLGARLAS EN FACEBOOK PARA VER QUE OPINA LA GENTE, MAS BIEN VIÑETAS...PUEDES SUGERIRME COMO EMPEZAR...
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