"Pobrecito, lo tenía todo"

A raíz de la muerte de Michael Jackson el jueves último, vuelvo a escuchar un sin número de veces esa frase, no sé si exclusivamente peruana, de “pobrecito, se murió”. Como si nosotros no nos fuéramos a morir a algún día y pasáramos a ser pobrecitos también. Peor aún es la frase que sirve de corolario para comentar la vida de un personaje cuya existencia fue medio intrincada como la de Jackson: “Pobrecito, lo tenía todo, fama y dinero”. Dicha frase asume la premisa falsa de que tener dinero y fama es tenerlo todo. La fama, primero que nada, debe traer más infelicidad que felicidad porque hace que la vida privada de la persona famosa sea tomada por asalto por gente que desconoce. En el mejor de los casos le puede dar momentos de dicha pero tarde o temprano terminará agobiándola. Ejemplos sobran. Lo peor de todo es que lo que la gente conoce de la persona famosa no es lo que es ella sino la imagen absolutamente caricaturizada y deformada de su persona. Y es peor aún cuando, consciente de esa fama, esa persona trata de jugar a ser lo que los otros ven en ella. Es una forma de morir, porque deja de ser ella y muere para dar paso a un personaje de ficción. En el absoluto anonimato, en contraste, hay muchas más opciones de ser feliz [como de alguna manera sugiere el título de la obra del Gabo “Cuando era feliz e indocumentado”]. El dinero, por su parte, no asegura la felicidad, únicamente nos puede hacer la vida más fácil. Se puede ser absolutamente infeliz ahogándose en dinero, o completamente feliz con poco dinero en los bolsillos. El problema, creo, es cuando buscamos nuestra felicidad sobre la base de adquirir y hacer cosas que el dinero puede comprar. Al final del día, aunque todas esas cosas nos reporten alegrías y momentos de dicha, todos esos momentos son, de alguna manera, pasajeros. La felicidad, en mi forma de ver, es un estado mucho más profundo y permanente que la alegría. Es una diferencia entre el ser y estar. La persona feliz tendrá sin duda momentos de alegría (incluso de tristeza!), pero la persona que tiene momentos de alegría no será necesariamente una persona feliz. La felicidad no proviene de las cosas que podamos adquirir con dinero (lo sabemos casi todos pero por alguna razón hacemos todo para ignorarlo). O no debería provenir de ellas porque, en ese caso, sería completamente frágil y fugaz. Y puede ser peligroso que así sea cuando nos distraen de lo que realmente importa como el amor hacia y de nuestros seres queridos, el cual creo, sin temor a equivocarme, es un pilar para construir una felicidad duradera. Es una verdad tan evidente que es lo que un recién nacido busca desde que viene a este mundo...