Algunos dicen que no hay nada como los amigos que uno hace desde la niñez o adolescencia, pero yo creo que eso no es necesariamente cierto. Aún en la etapa adulta uno puede hacer amigos entrañables. Ese ha sido mi caso durante los últimos tres años en los que viví en una ciudad ubicada muy al norte, demasiado lejos de Lima. En ella hice varios “mejores amigos” que espero conservar toda la vida y a quienes, en cualquier caso, nunca olvidaré. Esta es una nota de gratitud a ellos, por aparecer en mi vida tan recientemente y, sin embargo, hacerme sentir como si los hubiera conocido de toda la vida. Porque fueron mi familia en esos años.
A ti Sa, mi amiguita entrañable, compatriota, hermana mía, que sabes todo de mi vida, mis alegrías y penas (te espero en Lima). A ti Ve, querida amiga, porque conocerte fue también para mí una de las cosas más lindas que me pasaron en esa ciudad. A ti Ju, querido amigo, hermano, franchute entrañable, por quien soy capaz de creer que el mundo puede ser mejor si hubiera más gente como tú. A ti Ja, querido amigo, por tu compañía constante, por tus llamadas salvadoras que aparecían justo en el momento que yo necesitaba conversar con un amigo. A ti querida Am, por darme consejos tan directos, por preocuparte cómo me iba, porque bajo una aparente dureza escondías un gran corazón que sabías compartir con tus amigos. A ti To, querido yorugua, por tu amistad, por tu lucidez, por nuestros interminables debates por email, por estar siempre presente, muchas veces en silencio, durante todos estos años. A ti Ma, “chileno”, mi querido amigo chileno, por tu aprecio y amistad, por contagiarme tu alegría, por celebrar mis malos chistes, y porque escondías un gran corazón. A ti Jo, por tu gran sensibilidad y calidez, por nuestras interminables charlas sobre cine (siempre sabías mucho más que yo), porque no puedo evitar contarte entre mis amigos más cercanos (lo que, quien sabe, hasta te sorprendería) pese a que al poco tiempo de hacernos amigos, partiste. A ti Gi, mi querida amiguita, que cumples años hoy, por escucharme tanto, por entenderme muchas veces más de lo que yo mismo me entiendo, por tu invalorable amistad y cariño. A ti querida Sa, por nuestras charlas interminables, por confiarme tus planes, por tu amistad, por compartir tus alegrías. A ti querido Hu, por tu enorme generosidad, por tu sencillez, por tu aprecio, por tu sabiduría. A ti La, querida amiga, por hacerme reír siempre, por tu calidez, por tu sentido de justicia, por tu conciencia con la naturaleza, por hacerte extrañar cuando partiste. A ti Ch, querido amigo, por compartir la alegría que llevas dentro, por hacerme sentir en casa siempre, por tus consejos y por tus clases de cocina. A ti Iz, querido amigo, por tu sabiduría, por tu inteligencia, por intuir lo que pensaba sin tener que preguntármelo, porque sabías aconsejarme aun callando. Y a ti Al, entrañable amigo mío, por tu calidez humana, por enseñarme tanto, por ser co-culpable de que ahora yo crea lo que creo, por guiarme en la fe, porque ahora somos hermanos en Cristo.
A ustedes les debo una vida más feliz, unos recuerdos imposibles de borrar y más de una sonrisa. Sé que no necesitaré que lean esta nota (y sé que difícilmente lo harán) para que sepan lo importantes que han sido y son para mí.
A ti Sa, mi amiguita entrañable, compatriota, hermana mía, que sabes todo de mi vida, mis alegrías y penas (te espero en Lima). A ti Ve, querida amiga, porque conocerte fue también para mí una de las cosas más lindas que me pasaron en esa ciudad. A ti Ju, querido amigo, hermano, franchute entrañable, por quien soy capaz de creer que el mundo puede ser mejor si hubiera más gente como tú. A ti Ja, querido amigo, por tu compañía constante, por tus llamadas salvadoras que aparecían justo en el momento que yo necesitaba conversar con un amigo. A ti querida Am, por darme consejos tan directos, por preocuparte cómo me iba, porque bajo una aparente dureza escondías un gran corazón que sabías compartir con tus amigos. A ti To, querido yorugua, por tu amistad, por tu lucidez, por nuestros interminables debates por email, por estar siempre presente, muchas veces en silencio, durante todos estos años. A ti Ma, “chileno”, mi querido amigo chileno, por tu aprecio y amistad, por contagiarme tu alegría, por celebrar mis malos chistes, y porque escondías un gran corazón. A ti Jo, por tu gran sensibilidad y calidez, por nuestras interminables charlas sobre cine (siempre sabías mucho más que yo), porque no puedo evitar contarte entre mis amigos más cercanos (lo que, quien sabe, hasta te sorprendería) pese a que al poco tiempo de hacernos amigos, partiste. A ti Gi, mi querida amiguita, que cumples años hoy, por escucharme tanto, por entenderme muchas veces más de lo que yo mismo me entiendo, por tu invalorable amistad y cariño. A ti querida Sa, por nuestras charlas interminables, por confiarme tus planes, por tu amistad, por compartir tus alegrías. A ti querido Hu, por tu enorme generosidad, por tu sencillez, por tu aprecio, por tu sabiduría. A ti La, querida amiga, por hacerme reír siempre, por tu calidez, por tu sentido de justicia, por tu conciencia con la naturaleza, por hacerte extrañar cuando partiste. A ti Ch, querido amigo, por compartir la alegría que llevas dentro, por hacerme sentir en casa siempre, por tus consejos y por tus clases de cocina. A ti Iz, querido amigo, por tu sabiduría, por tu inteligencia, por intuir lo que pensaba sin tener que preguntármelo, porque sabías aconsejarme aun callando. Y a ti Al, entrañable amigo mío, por tu calidez humana, por enseñarme tanto, por ser co-culpable de que ahora yo crea lo que creo, por guiarme en la fe, porque ahora somos hermanos en Cristo.
A ustedes les debo una vida más feliz, unos recuerdos imposibles de borrar y más de una sonrisa. Sé que no necesitaré que lean esta nota (y sé que difícilmente lo harán) para que sepan lo importantes que han sido y son para mí.
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