(spolier: no leas más si no has visto la película y piensas verla)
La felicidad no sirve de nada si no se puede compartir. Tal es la conclusión que hace antes de morir Christopher McCandless, un joven americano de 22 años que se interna en Alaska en busca de la naturaleza, huyendo de una vida acomodada en la ciudad que amenaza en convertir cada uno de sus días en una réplica del anterior. Christopher va en busca de la naturaleza para encontrase consigo mismo y encuentra la felicidad, pero cuando se da cuenta que para ser realmente feliz necesita compartirla halla la muerte. ¿Es ése un final feliz o uno triste? Depende de cómo se mire. Yo creo que ambos, si cabe la posibilidad. Christopher se da cuenta de algo que mucha gente nunca llega a percatarse: la importancia de compartir, de que no se puede ser feliz en soledad. Pero, al mismo tiempo, cuando se percata de ello, aquella naturaleza que lo atrajo no lo deja huir y perece en medio de ella.
Ése es el argumento de “Into the Wild”, traducida como “Hacia rutas salvajes”, excelente película basada en una historia real y contada magistralmente por Sean Penn. Las actuaciones son muy buenas. Christopher es interpretado por Emile Hirsch, quien hará el papel de Meteoro en la más reciente película de los Wachowski a estrenarse en mayo. Rom Franz, uno de los más entrañables personajes que Christopher encuentra en una de sus travesías antes de enrumbarse hacia Alaska, es interpretado por Hal Holbrook, quien ha sido nominado al Oscar como mejor actor secundario. La película no está nominada al Oscar, pero bien vale la pena verla, especialmente porque puede dejarnos mucho más para la reflexión que muchas de las películas nominadas…
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