Quién
es Jesús, según la Palabra…
Nada
de lo que ves; ningún cuerpo celeste por grande o lejano que sea o esté; ni los
colores del atardecer, que dan la impresión de no tener espesura, tan solo
belleza; ni los rayos de luz que cruzan el universo a una velocidad
impresionante, inimaginable; ni el sonido que se desplaza a través del espacio;
nada de nada se sostiene sin Él. Nada, porque a través de Él fue creado todo lo
que existe y todo vino a ser a través suyo (Juan 1:3).
No
te afanes si alguna puerta se cierra ante ti o una que esperas no se abre
porque Él es quien cierra y nadie abre o abre y nadie cierra (Apocalipsis 3:7).
Descansa en eso.
Jamás
te sientas solo o pienses que llegaste a tu fin. Él es el primero y el último,
el alfa y omega (Apocalipsis 1:8). Él ha estado presente desde el primer día de
tu vida, e incluso antes, cuando eras solo un pensamiento en su eternidad. Estuviste
en sus planes desde antes de que todo lo que ves existiera y estará presente en
el último de tus días también, y aun después, porque estará contigo en la
eternidad. Y no pretendas vivir al margen de Él porque no lo conseguirás o si
pretendes que lo has conseguido serás, tarde o temprano, irremediablemente
infeliz porque no fuiste creado para ser feliz de otra manera que no sea
permaneciendo en Él (Juan 15:5). Recuerda que Jesús lo llena todo en todo
(Efesios 1:23).
No
intentes perfeccionar tu fe sin Él. Mira
la cruz, piensa en su resurrección, visualiza la tumba vacía como la vieron
muchos testigos. Escucha sus palabras. Escúchalo porque Él es la Palabra de
Dios encarnada, pre-existente y eterna. Él es el autor y consumador de nuestra
fe (Hebreos 12:2).
Él
es todo lo que cuentan los Evangelios, lo que anunciaron los profetas desde el
Génesis hasta el Apocalipsis. Es quien nació en un pesebre y anduvo con 12
apóstoles. Es quien fue crucificado y resucitó al tercer día. Y ascendió. Es
quien se le apareció a Pablo camino a Damasco convirtiendo, así, a un asesino
de cristianos en alguien capaz de exponer su propia vida por causa del
Evangelio. Es quien oró al Padre por sus enemigos cuando éstos le estaban quitando
la vida en la cruz. Es quien hizo milagros, enseñó de día y noche y anduvo
entre nosotros. Es el nombre por sobre todo nombre y ante quien toda rodilla se
doblará y confesará que Él es el Señor (Filipenses 2:10).
Es
eso y mucho más, pero piensa principalmente en esto: Él es quien, sobre sus
ovejas, dijo “nadie podrá
arrebatármelas de la mano” (Juan 10:28). Nadie es nadie. Nadie ni nada. Nadie ni nada. Repítelo
hasta que se te grabe y seas absolutamente consciente de lo que eso significa. Podemos
descansar en esa verdad…