martes, 28 de julio de 2009

“Somos lo máximo”


x Carlos Tovar

En días como hoy, es decir, en días en los cuales el Perú celebra el Día de la Patria, ronda más que nunca ese chauvinismo del que la mayoría de peruanos hace alarde cada vez que tiene la más mínima oportunidad. Ese, el peor de todos los chauvinismos, el de izar la típica y manoseada banderita de “los peruanos somos lo máximo”. Todo el mundo, creo, ha recibido alguna vez un email o escuchado a personas decir gratuitamente (las palabras no cuestan) que los peruanos somos así de especiales. Gran parte de las veces, palabras basadas sobre lo que la mayoría, orgullosamente, siente por lo que llamamos la criollada peruana, esa insoportable cultura de pensar que la viveza peruana, la picardía peruana, es una virtud. Esa manía de creer que el peruano es el más ingenioso, el más habilidoso, el más despierto en algo que el resto de personas del planeta. Ese intento desesperado de mostrar que en algo somos los mejores, que le ganamos a todos (we are the champions, my friend), que somos los ases del mundo; o en defecto, los mejores del continente; o en defecto, los mejores de la región; o en defecto, los mejores de alguna sub-categoría que justifique su existencia sólo para hacernos mejores en algo, cuando, en el mejor de los casos, casi con seguridad, seremos sub-mejores en nada. O ese intento denodado de mencionar que poseemos el mayor, más bello, frondoso o colorido (o cualquier otro adjetivo que se nos ocurra) monte, río, lago, piedra o arbusto del mundo, cosa que por cierto se deberá, en última instancia, a un capricho de la naturaleza y no al esfuerzo de ningún peruano.

Lo peor de todo esto es que la mayoría de personas necesite de toda esta maraña de rankings para decir que quiere a su país. Todo esto es más bien, por parte de esa mayoría, una muestra clara de menosprecio hacia lo que considera su país porque no lo puede ver y aceptar como es, sino que necesita inventarle virtudes para poder sentir cierto orgullo de él. No lo valora como realmente es -con sus taras, problemas y limitaciones, y claro, con sus cosas buenas también- sino que necesita ponerle la etiqueta de “el mejor” para demostrar que lo quiere. No debiera ser así.

En cualquier caso, para hablar con total franqueza, debo decir que en lo que a mí respecta me resulta tan etéreo hablar de querer a tu país si apenas uno puede ponerse de acuerdo en qué entiende por país. Yo no sé exactamente qué significado tiene la palabra país para el resto de gentes. Para mí puede ser un conjunto de cosas como mi familia, mis amigos, mi barrio, las librerías y cines que frecuento, las calles que suelo recorrer, los cafés y restaurantes que visito a menudo, la playa a la que suelo ir en verano, las charlas con los amigos, el quiosco donde compro mis periódicos y revistas, etc., etc., etc. Claro que, por suerte, esa carencia de claridad sobre lo que es mi país no me impide sentir cierta alegría cuando me entero que algún escritor, artista, deportista o cantante peruano es reconocido o premiado internacionalmente, pero ese tipo reconocimiento, se debe casi siempre a un esfuerzo individual más no a uno colectivo, y que muchas veces poco tiene que ver con que los reconocidos sean peruanos o no.

1 comentario:

Renzo dijo...

He pensado muchas veces que los peruanos magnificamos nuestras pocas cosas que tenemos. Recuerdas esa frase "somos un mendigo sentados en un banco de oro"? Recuerdo que después de viajar un poco llegamos con Rafael a la conclusión que somo un mendigo sentados en un banco de mandera! Pero creo también que gran parte de esta reacción es un intento de afirmar nuestra alicaída autoestima. Slds